Probióticos

  • En el tracto intestinal viven sobre 100 000 billones (1014) de microorganismos, también llamados microbioma, microbiota o flora intestinal. Como en realidad no se trata de flora (plantas) en sí, sino de otros microorganismos: microbiota (los microorganismos individuales) y microbioma (el total de genes microbianos) son los términos científicos correctos.

    Un 90 % de la microbiota está compuesta por bacterias, aunque también contiene arqueas, hongos, algas, protistas y virus. El microbioma intestinal es el más conocido y el más grande de todos en nuestro organismo, sin embargo, hay un gran número de microorganismos que también están presentes en otros lugares, como la piel, la boca y la vagina. Según una de las estadísticas más mencionadas en relación con el microbioma, hay unas diez veces más células bacterianas dentro y fuera del cuerpo humano que el número total de células del propio cuerpo organismo. Sin embargo, en investigaciones más recientes se ha demostrado que una proporción de aproximadamente 1:1 sería más acertado.

    La salud intestinal es el resultado de una interacción entre miles de millones de bacterias beneficiosas (probióticas) y desfavorables (patógenas). La salud general de los seres humanos depende en gran parte del grado de equilibrio del microbioma. Es por ello que un microbioma intestinal equilibrado es absolutamente esencial para estar saludables. La elección de los alimentos adecuados puede estimular el crecimiento de la microbiota beneficiosa que ya hay presente en el organismo. Por otra parte, la suplementación con cepas probióticas puede ayudar en procedimientos terapéuticos para restablecer el equilibrio microbiano.

    En resumen

    El microbioma intestinal y el estado general de la salud humana están interconectados. Existe una comunicación bidireccional constante entre el intestino, el microbioma y otros órganos y sistemas del cuerpo, como el cerebro (eje intestino-cerebro), el sistema inmunitario, la piel y los músculos. Padecer de un desequilibrio en el microbioma intestinal suele ser la causa principal de las alergias, las afecciones cutáneas alérgicas, la hipersensibilidad alimentaria, el asma y otros numerosos trastornos del sistema inmunitario. Además, el microbioma parece ser parte importante en el funcionamiento psicológico. En las primeras fases de la vida ya puede existir un desequilibrio debido al tipo de nacimiento, el estrés y la nutrición, aunque también lo puede haber en fases posteriores de la vida por el estrés, la nutrición, la medicación y el estilo de vida, factores que pueden influir en el equilibrio microbiano. Aparte del microbioma intestinal, existen otras barreras corporales con el mundo exterior en las que los buenos microorganismos son parte esencial.

    Según unos estudios epidemiológicos se ha demostrado que, entre otras cosas, existe una relación significativa entre la periodontitis y las enfermedades crónicas como la diabetes de tipo II, las enfermedades cardiovasculares, la obesidad y, posiblemente, las enfermedades neurológicas como la enfermedad de Alzheimer. La barrera oral es, por tanto, una barrera corporal en la que los microorganismos cumplen una función importante. Los probióticos se pueden usar de forma periódica para estimular el equilibrio del microbioma. Los probióticos pueden utilizarse asimismo para procedimientos terapéuticos; en esta monografía podrá encontrar más información sobre ello.

  • Se denomina microbioma al conjunto de los microorganismos que residen en la superficie o el interior de un organismo. El microbioma intestinal es el más conocido y el más grande que hay en nuestro organismo, con hasta 1014 microorganismos, aunque hay un gran número de microorganismos que también están presentes en otros lugares, como en la piel, en la boca y en la vagina. El microbioma y el cuerpo están conectados mediante una comunicación bidireccional constante. A esta cooperación bilateral beneficiosa también se la conoce como simbiosis mutualista.

    Disponer de un equilibrio de las diferentes cepas de bacterias en las barreras de defensa del cuerpo es beneficioso para el estado de salud en general. Al equilibrio microbiológico también se le denomina eubiosis y se caracteriza por una gran diversidad de cepas y una interacción saludable entre el microbioma y el huésped. Tener un microbioma equilibrado favorece a la salud humana. Cuando se produce un desequilibre en el microbioma, se denomina disbiosis. Asimismo, una disbiosis se describe como una baja diversidad de microorganismos[1]. Debido a sus implicaciones negativas para la salud del huésped, se denomina estado patobiómico, en la que "pato" significa enfermedad o trastorno.

    Antiguamente, los microorganismos se dividían solo en dos grupos, las bacterias buenas (probióticas) y las malas (patógenas). Hoy en día sabemos que el microbioma está formado por muchos microorganismos diferentes que, idealmente, conviven en armonía. Los microorganismos "malos" suelen estar ya presentes en un microbioma sano y contribuyen al equilibrio saludable; ciertos microorganismos pueden tener consecuencias negativas solo cuando son alterados[1].

    A la hora de observar los distintos tipos de microorganismos en las heces de sujetos saludables, podemos encontrar diferencias relativamente grandes. No obstante, cuando los investigadores analizaron la capacidad metabólica del microbioma, se comprobó que la composición entre los sujetos saludables era muy parecida[2]. Los investigadores compararon qué procesos metabólicos eran capaces de realizar los microorganismos, por ejemplo la producción de cofactores y vitaminas, la síntesis de aminoácidos y el metabolismo de las purinas. Por lo tanto, a la hora de definir un microbioma saludable, la capacidad metabólica del microbioma puede que sea mucho más importante que su composición en función de las diferentes cepas y especies[2].

    Figura 1las barras verticales muestran las muestras del microbioma en siete zonas diferentes del cuerpo. a: basado en los filos microbianos b: basado en la ruta metabólica. La leyenda muestra el filo/ruta metabólica más común[2].

    A continuación, se describe en más detalle qué beneficios tiene un microbioma equilibrado sobre la salud.

    Sistema inmunitario

    Los alimentos que ingerimos son digeridos en el tracto gastrointestinal, y posteriormente las sustancias resultantes son absorbidas en el intestino. En este proceso, los nutrientes atraviesan la barrera que separa el mundo exterior del interior. Aparte de la digestión de los alimentos, el intestino es también el principal órgano inmunitario de nuestro organismo, ya que a través de la gran superficie de la pared intestinal se encuentra en contacto constante con el mundo exterior. La función inmunitaria se hace importante porque, aparte de nutrientes, el contenido intestinal puede contener cuerpos extraños, sustancias tóxicas y bacterias patógenas.

    Las bacterias probióticas inhiben el crecimiento de organismos patógenos en el tracto gastrointestinal. Compiten por el alimento y el espacio disponibles, excretando metabolitos como ácidos grasos de cadena corta, ácidos lácticos y otros ácidos orgánicos, y sustancias antibióticamente activas conocidas como bacteriocinas[3]. Gracias a ello se crea un entorno para que los patógenos no puedan prosperar ni tener la oportunidad de poder dominar.

    Los ácidos grasos de cadena corta producidos por el microbioma intestinal nutren el epitelio intestinal, lo que da lugar a que el epitelio intestinal esté sano. Un epitelio intestinal sano significa tener una fuerte barrera (defensa) al asegurar, entre otras cosas, unas fuertes uniones estrechas (proteínas de conexión que regulan selectivamente la entrada y salida de agua y soluciones acuosas entre el lumen y el medio interno). Las uniones estrechas mantienen así la permeabilidad de la pared intestinal. Un microbioma saludable proporciona un buen equilibrio de la permeabilidad intestinal, evitando que los patógenos entren en el torrente sanguíneo desde el intestino[4,5].

    La barrera intestinal está formada por el epitelio intestinal y mucosa intestinal. La mucosa es segregada por células caliciformes especializadas, formando de esta forma una barrera entre los microorganismos y el epitelio intestinal. La mucosa es una sustancia gelatinosa que consigue limitar el movimiento de las las partículas más grandes, inhibiendo así físicamente a los patógenos, a la vez que los nutrientes se mueven fácilmente a través de ella. La mucosa también contiene sustancias inmunológicas, como las inmunoglobulinas y la lisozima, que le confieren una importante función de defensa contra los agentes patógenos. El microbioma influye en el grosor y la composición de la capa de mucosa[5]. De esta forma, el microbioma intestinal influye en las concentraciones de inmunoglobulinas en la capa mucosa del intestino[4]. El microbioma también influye en el grado de permeabilidad intestinal al influir en las uniones estrechas que soportan la conexión entre las células epiteliales y afectan al transporte transcelular[5].

    Los receptores tipo Toll (TLR, toll-like receptoren) cumplen una función en la comunicación entre el intestino y los microorganismos. Estos receptores forman parte del sistema inmunitario inespecífico y reconocen moléculas asociadas a amenazas, como los lipopolisacáridos (LPS). En el momento que los TLR reconocen a los patógenos, se activa una respuesta inmunitaria[6]. Los niveles elevados de LPS se dan en diferentes afecciones como la obesidad, la diabetes de tipo 2 y la enfermedad de Alzheimer. Los probióticos reducen los niveles de inflamación al fortalecer la pared intestinal, impidiendo así que los LPS pasen la pared intestinal[7]. Además, los probióticos regulan la expresión genética de los TLR[8].

    Desarrollo neonatal del sistema inmunitario

    El microbioma es muy importante para el desarrollo del sistema inmunitario en los recién nacidos. Durante el nacimiento, el bebé entra en contacto con diferentes microorganismos, lo que supone el inicio del desarrollo del microbioma. El microbioma materno durante el embarazo y el parto determina la composición del microbioma neonatal[9]. El microbioma interactúa activamente con el sistema inmunitario y, entre otras cosas, influye en la homeostasis inmunitaria en el tejido linfoide asociado al intestino (GALT, gut-associated lymphoid tissue). Un microbioma alterado en la madre durante el embarazo y el parto conducen a anomalías en el microbioma del bebé. Esto puede provocar problemas de salud (relacionados con el sistema inmunitario) en el bebé, aunque esto puede darse también en una edad posterior[10,11].

    Probióticos orales

    Un microbioma favorable en la cavidad oral forma una barrera física y química (biofilm) sobre los tejidos orales, impidiendo el crecimiento y la adherencia de patógenos[12]. Un microbioma oral saludable también tiene un efecto antiinflamatorio al inhibir la producción de citoquinas, entre otros, y tiene un efecto antimicrobiano al estimular el sistema inmunitario inespecifico[13].

    Cooperación eje intestino-cerebro

    Todos los sistemas están conectados en nuestro organismo. El intestino está conectado al sistema nervioso central (SNC) mediante el sistema nervioso entérico (SNE) específico del intestino[14]. La conexión entre el SNE y el SNC también se denomina eje intestino-cerebro. Además de la interacción entre el intestino y el cerebro, el sistema inmunitario también está conectado a estos sistemas neurológicos. Todo indica que el microbioma cumple una función importante en la interacción entre el intestino y el cerebro[15].

    El microbioma es responsable de la producción de varios neurotransmisores que también se encuentran en el cerebro, por ejemplo el ácido gamma-aminobutírico (GABA). El GABA desempeña un papel importante en la regulación del movimiento, la presión arterial y la percepción del dolor, y los niveles bajos de GABA se han relacionado con trastornos de ansiedad y depresión. El GABA, por otra parte, probablemente no es capaz de atravesar la barrera hematoencefálica directamente. El GABA procedente de los alimentos y como metabolito del microbioma bien podría tener una influencia positiva en el cerebro a través del eje intestino-cerebro [6,16].

    Además de la producción de neurotransmisores, el microbioma tiene otra interesante influencia en el cerebro. El microbioma es capaz de activar las células enterocromafines (CE), células responsables de la producción de serotonina en el intestino El intestino es responsable de ~90 % de la producción total de serotonina en el cuerpo [17]. Los receptores de serotonina en el intestino se encuentran en los enterocitos, el SNE y en las células inmunitarias. En primer lugar, la serotonina desempeña un papel importante en la motilidad intestinal, la secreción de jugos digestivos y la respuesta inmunitaria [17]. Además, la serotonina es probablemente un elemento clave en la comunicación entre el intestino y el cerebro. La serotonina no puede atravesar la barrera hematoencefálica, pero es probable que la comunicación se produzca a través del SNE y el nervio vago, la principal conexión nerviosa entre el cerebro y los intestinos [18]. Así, a través del intestino y el microbioma, la serotonina posiblemente desempeñe un papel importante en la función neurológica [19].

    La inflamación y un desequilibrio en el microbioma pueden impedir o alterar la producción de neurotransmisores, lo que da lugar a diversas psicopatologías, entre ellas la depresión [18]. A la inversa, el estrés también puede causar un desequilibrio en el microbioma [6,20]. Un vínculo crucial entre el estrés y el microbioma es el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA). El eje HHA es el principal sistema neuroendocrino que regula los procesos corporales en respuesta a los estresores psicológicos y a los estresores físicos y asegura una respuesta adecuada al estresor [21]. A través del eje HHA, el estrés influye en la composición del microbioma, la activación inmunitaria y, en última instancia, en la salud y el comportamiento en general [22,23].

    Digestión y absorción de los alimentos

    Los organismos probióticos contribuyen al proceso digestivo. Los componentes no digeribles de la dieta, como las fibras alimentarias, son digeridos por el microbioma hasta convertirlos en ácidos grasos de cadena corta. Los ácidos grasos de cadena corta sirven entonces como fuente de energía para el epitelio intestinal. Además, existen microorganismos con enzimas especializadas que favorecen la digestión de los alimentos [24]. Por ejemplo, hay microorganismos que producen lactasa y, por tanto, favorecen la descomposición de la lactosa [25].

    Los ácidos grasos de cadena corta producidos por el microbioma reducen la acidez (pH) del intestino. Un entorno ácido, caracterizado por un pH bajo, es favorable para la absorción de minerales como el calcio, el magnesio y el zinc. De este modo, el microbioma influye favorablemente en la absorción de nutrientes [26].

    Desactivación de las enzimas digestivas

    El microbioma desempeña un papel importante en la desactivación de las proteasas digestivas. Algunas bacterias probióticas producen la enzima beta-glucoronidasa, una enzima que convierte el glucurónido de la bilis en bilirrubina no conjugada. La bilirrubina no conjugada inhibe las proteasas digestivas tripsina y quimotripsina. El microbioma evita así que las enzimas digestivas dañen la pared intestinal [27].

    Motilidad intestinal

    La motilidad intestinal es la capacidad del intestino para impulsar los alimentos en el tracto intestinal. Para la motilidad intestinal, el sistema nervioso entérico (SNE) es el más importante. El microbioma desempeña un papel en la motilidad del intestino de diversas maneras. Entre otras cosas, el microbioma es importante para el desarrollo del SNE y los productos de fermentación del microbioma pueden influir positivamente en la función del SNE [28,29]. Además, los ácidos grasos de cadena corta tienen un impacto directo en la contracción muscular del intestino [30,31]. Asimismo, el microbioma desempeña un papel en el metabolismo de la bilis y la secreción de mucosidad. La bilis es importante para la consistencia de las heces [31,32], el microbioma contribuye a ello metabolizando los ácidos biliares. Además, la bilis también influye en el sistema nervioso central y estimula la motilidad intestinal. La secreción de mucosidad es estimulada por microorganismos específicos. La mucosidad desempeña una función lubricante e influye en el patrón de evacuación intestinal [29,33].

    Producción de vitaminas

    Los microorganismos del intestino pueden producir vitaminas, incluidas las vitaminas B hidrosolubles tiamina (B1), riboflavina (B2), niacina (B3), ácido pantoténico (B5), piridoxina (B6), biotina (B8), folato (B11), cobalamina (B12) y vitamina K [34]. Algunas de estas vitaminas pueden ser absorbidas en el colon y desempeñan un papel dentro de la salud general y apoyan el sistema inmunológico en el intestino. Por ejemplo, la riboflavina y el folato intervienen en la activación de células T específicas [35]. Las bajas concentraciones de vitamina B y la falta de bacterias productoras de vitamina B están asociadas a problemas de salud como la diabetes de tipo 2 y el síndrome del intestino irritable [34].

  • Bebés

    Antes se pensaba que el bebé permanecía completamente estéril en el vientre materno, pero las investigaciones actuales demuestran que no es así [23]. Durante el embarazo, la madre transfiere bacterias al feto y, como resultado, comienza el desarrollo del microbioma. El microbioma materno durante el embarazo y la exposición de la madre durante el embarazo a diversas cepas de bacterias afectan al desarrollo del microbioma, al sistema inmunitario y a la salud del feto [36–38]. La suplementación con probióticos durante el embarazo es una forma de influir positivamente en la salud del niño [39]. Durante el parto, el bebé entra en contacto con nuevos microorganismos que colonizan el intestino. Un parto vaginal natural provoca la colonización del intestino del bebé con bifidobacterias, entre otras. El intestino de los bebés nacidos por cesárea contiene menos cepas de bifidobacterias y esta diferencia puede ser un factor de riesgo en la vida posterior para el desarrollo de enfermedades relacionadas con el sistema inmunitario y anomalías metabólicas [36,40].

    Posteriormente, la lactancia materna es una parte importante en el desarrollo del microbioma intestinal. Además de nutrientes, la leche materna contiene anticuerpos, citoquinas, ciertas proteínas (como la lactoferrina) y oligosacáridos (HMO - Human Milk Oligosaccharides) que favorecen el desarrollo del sistema inmunitario y del microbioma intestinal. Asimismo, la leche materna contiene cepas de bacterias, como los lactobacilos y las bifidobacterias. Esto asegura que el bebé reciba continuamente bacterias beneficiosas para construir un microbioma saludable y desarrollar un sistema inmunitario fuerte [36,41].

    Niños

    Los dos primeros años de vida son cruciales para el desarrollo del niño, ya que es cuando el microbioma se desarrolla y acaba estabilizándose. La transición de la lactancia materna a la alimentación sólida desempeña un papel importante en este aspecto, ya que la composición del microbioma sufre entonces importantes cambios [42]. Estos cambios son perceptibles hasta la edad de 2 o 3 años, después de lo cual el microbioma suele permanecer bastante estable [43]. Cuanto más variada sea la dieta del niño, más diversa será la composición del microbioma y más se parecerá a un microbioma adulto sano. Las fibras prebióticas y los alimentos ricos en proteínas desempeñan un papel importante en este aspecto, en parte porque la fibra alimenta bacterias intestinales específicas y, por tanto, estimula el crecimiento [44]. La suplementación con probióticos puede influir en el desarrollo del microbioma, para apoyar el desarrollo normal, pero también como actuación terapéutica [42].

    Adultos

    La composición del microbioma de un adulto suele ser bastante constante, incluso a lo largo de varios años [45,46], pero es individualmente diferente. Los factores ambientales representan entre el 22 y el 36 % de la variación entre individuos; por tanto, estos factores ambientales tienen una gran influencia en la composición del microbioma [23]. La composición del microbioma puede cambiar debido, por ejemplo, a un cambio en la dieta, a la toma de antibióticos, a la medicación o a una infección por patógenos [47,48]. Fumar, el estrés y tener mascotas son factores ambientales que también afectan al microbioma [23]. Además, la suplementación con probióticos o prebióticos puede alterar la composición del microbioma [49].

    Personas mayores

    La diversidad del microbioma se deteriora en la última fase de la vida. Principalmente, se encuentran cambios en el número de bifidobacterias [50]. La composición del microbioma puede cambiar debido a una combinación de varios factores, como un cambio en el estilo de vida, cambios en la dieta y medicación [51].

    Microbioma oral

    El microbioma oral se crea a la vez que el microbioma intestinal. La cavidad bucal alberga más de 700 especies diferentes de bacterias; este entorno enormemente diverso también alberga hongos, virus, arqueas (bacterias primordiales) y protozoos [52]. Las bacterias más comunes en el microbioma oral son los lactobacilos, los estafilococos, Streptococcus mutans y Porphyromonas gingivalis[53]. Especialmente estos dos últimos comensales son benignos siempre que haya un equilibrio. Cuando hay un desequilibrio,S. mutans y P. gingivalis juegan un papel dentro de las patologías (orales).

    La dieta, el uso de antibióticos, el cepillado de dientes y el uso de enjuagues bucales influyen en la composición del microbioma oral. Los cambios en estos factores pueden modificar el microbioma oral [12,54].

  • Los alimentos con cepas probióticas y los suplementos probióticos contienen microorganismos vivos, que tienen que pasar por el tracto gastrointestinal para llegar al intestino grueso. Sin embargo, el estómago está hecho para digerir los alimentos y mantener fuera a los patógenos. Por tanto, los efectos beneficiosos de los probióticos dependen en parte del grado de supervivencia de los microorganismos. Los factores que pueden afectar a la supervivencia de los microorganismos son la composición de los alimentos, la forma del suplemento, el tipo de microorganismo y las interacciones con el microbioma [55]. Gran parte de la investigación sobre la supervivencia de los probióticos en el tracto gastrointestinal se realiza con sistemas modelo in vitro [56–58].

    En el intestino, los microorganismos tienen su propio metabolismo e influyen en el del huésped. Por ejemplo, los microorganismos desempeñan un papel en la digestión (fermentación) de nutrientes no digeridos, como la fibra [59]. Además, el microbioma favorece el metabolismo de los ácidos grasos y del colesterol [60] y los microorganismos metabolizan fitoquímicos [61]. Los productos de la fermentación son absorbidos por el intestino o salen del cuerpo con las heces [59].

    Un microbioma sano produce metabolitos que son importantes para la salud del huésped. Por ejemplo, los ácidos grasos de cadena corta son importantes para la salud de las células de la pared intestinal [59]. Los metabolitos de los fitoquímicos también tienen propiedades beneficiosas para la salud; por ejemplo, un metabolito del tanino de la granada actúa contra el envejecimiento mitocondrial [61].

    Algunos metabolitos del microbioma, los microorganismos muertos y otros productos de desecho se excretan con las heces [59].

  • Cuando se trata de probióticos, generalmente no se habla de una deficiencia sino de un desequilibrio. Un desequilibrio en el microbioma puede tener efectos adversos para la salud. Los probióticos pueden restablecer el equilibrio del microbioma. Un desequilibrio puede producirse como resultado de un parto por cesárea, el uso de antibióticos u otros medicamentos [62], una dieta unilateral o baja en fibra, el estrés crónico, las toxinas ambientales y las enfermedades infecciosas, pero también puede producirse con diversos trastornos [63].

    Uso de antibióticos

    Los antibióticos matan las bacterias. Por tanto, el uso de antibióticos puede alterar la composición del microbioma al eliminar no sólo las bacterias perjudiciales sino también las beneficiosas. Este cambio en la composición puede afectar a la salud (intestinal) [64]. Especialmente la cantidad de bifidobacterias baja cuando se usan antibióticos [62].

    Cesárea

    Al nacer por cesárea, el bebé no entra en contacto con las bacterias beneficiosas que deberían colonizar los intestinos. El intestino de los bebés nacidos por cesárea contiene menos bifidostemas y la diferencia en la composición del microbioma puede causar problemas de salud [36,40,65].

    Leche materna

    Los bebés que no fueron alimentados con leche materna, sino con fórmula infantil, tienen una composición diferente del microbioma. Varios estudios muestran que los bebés que fueron alimentados con fórmula infantil en lugar de leche materna tienen un mayor riesgo de problemas de salud porque no tienen los beneficios de la protección inmunológica y la construcción del microbioma [36].

    Inflamación crónica y problemas intestinales

    Las investigaciones demuestran que las personas con síndrome de intestino irritable (SII), o con inflamación crónica en el intestino como es el caso de la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, tienen un desequilibrio en el microbioma [66–68].

    Dieta

    El microbioma depende de los nutrientes de la dieta. Una dieta saludable que apoya el microbioma intestinal contiene mucha fibra prebiótica, así como grasas y fitoquímicos. Una dieta desequilibrada puede causar un desequilibrio en el microbioma. Por ejemplo, una dieta alta en grasas saturadas y baja en fibra se asocia con cambios en el microbioma intestinal, cambios en los productos de fermentación bacteriana y cambios en la función de la pared intestinal [69,70].

    Además del microbioma intestinal, el microbioma oral también depende de la dieta. El equilibrio puede verse alterado y dar lugar a un crecimiento excesivo de patógenos orales. Esta disbiosis del microbioma oral es una de las principales causas de la gingivitis y la periodontitis [71].

    Estrés

    El estrés puede provocar una disbiosis en el microbioma intestinal. La influencia del estrés en el intestino se controla principalmente a través del eje HHA. El eje HHA proporciona una respuesta física a los estresores psicológicos y físicos [22,23]. Estos factores de estrés psicológico pueden incluir sensación de angustia, pensamientos depresivos, culpa o vergüenza. Además, las poblaciones microbianas pueden determinar la respuesta al estrés del huésped. Se trata, por tanto, de una relación bidireccional [72].

    Early life stress (Estrés en los primeros años de vida)

    Early life stress (Estrés en los primeros años de vida) es el estrés crónico durante la primera infancia y la niñez. Especialmente la exposición al estrés en los primeros años de vida tiene un gran impacto en el desarrollo del microbioma. Esto incluye el periodo intrauterino y los primeros 10 años de vida [72]. Early life stress (Estrés en los primeros años de vida) es de tal influencia que en diversos estudios se ha relacionado con el desarrollo del síndrome del intestino irritable y de psicopatologías en la vida posterior [73,74], entre otras cosas. El papel exacto y el mecanismo de acción del estrés de los primeros años de vida sobre el desarrollo del microbioma y su relación con las (psico)patologías siguen siendo objeto de investigación.

    Personas mayores

    La composición del microbioma cambia a lo largo de la vida. Las personas mayores tienen un microbioma menos diverso, hay un cambio en las especies dominantes y hay menos microorganismos "buenos". Por ejemplo, hay una disminución de la cantidad de bifidobacterias[50]. Este cambio en el microbioma modifica la función inmunitaria y la digestión de los alimentos en el intestino, entre otras cosas. Esto puede causar deficiencias en nutrientes específicos y comprometer la función inmunitaria del organismo. El cambio en la composición del microbioma en los ancianos está posiblemente causado por (los cambios en) el estilo de vida y la dieta [75].

  • Los suplementos probióticos contienen factores microbianos que estimulan la salud (intestinal). A pesar de que los microorganismos muertos también parecen tener un efecto sobre la salud (intestinal) [76] la mayoría de los suplementos probióticos contienen microorganismos vivos. Las cepas probióticas específicas del suplemento pueden ser seleccionadas para la población objetivo o la aplicación terapéutica.

    Bebés y niños

    El microbioma de este grupo de edad difiere mucho del microbioma de los adultos. En primer lugar, el bebé entra en contacto con diferentes cepas de lactobacilos durante el parto. Al amamantar, las bifidobacterias se mezclan en el microbioma [38]. Por lo tanto, un suplemento con lactobacilos o bifidobacterias puede ayudar a construir el microbioma y restaurar o prevenir la disbiosis en bebés y niños. [77].

    Adultos

    En los adultos, el tipo de cepa suele depender de la aplicación. Existen probióticos para mantener un intestino sano, pero también hay varias cepas probióticas con aplicaciones terapéuticas científicamente probadas. A continuación, se describen una serie de cepas que pueden encontrarse en el intestino y que pueden aplicarse en suplementos probióticos; en la sección "aplicaciones" se describen las aplicaciones terapéuticas.

    Los lactobacilos son una de las especies bacterianas más importantes que se encuentran en el intestino, y la primera con la que el intestino entra en contacto al nacer. Además, los lactobacilos se encuentran en la cavidad oral y en la vagina. Los lactobacilos spp. son una parte importante de un microbioma intestinal saludable porque apoyan la resistencia del huésped[78]. Hay una gran diversidad de lactobacilos spp. presentes en el intestino [79], al suplementar diferentes cepas de lactobacilos, se estimula y apoya la diversidad del intestino.

    Las bifidobacterias son una de las cepas de bacterias dominantes en el intestino y una composición saludable de bifidobacterias está relacionada con una buena salud (intestinal). Las bifidobacterias tienen propiedades antibacterianas contra las bacterias patógenas, especialmenteB. infantis y B. longum [80]. La cepa de bifidobacterias dominante en los recién nacidos, es B. longum seguida de B. bifidum. En las madres, B. longum es dominante, seguido de B. adolescentis[81]. B. breve es uno de los probióticos más utilizados en niños y muestra buenos resultados terapéuticos en niños y adultos. Las bifidobacterias se suele suplementar en combinación con cepas de lactobacilos [82].

    Los enterococos son bacterias lácticas que se encuentran en el intestino. Los enterococos pueden dividirse en dos grupos, las especies beneficiosas que forman parte del microbioma y las especies perjudiciales que han creado resistencia a los antibióticos desde la década de 1970. Los enterococos beneficiosos del intestino son una parte importante del microbioma natural del intestino y comprenden alrededor del 1 % del microbioma total de los adultos. Los probióticos que contienen enterococos beneficiosos han demostrado ser seguros y contribuyen a una biodiversidad saludable en el intestino [83,84].

    Los estreptococos son bacterias lácticas que se encuentran casi inmediatamente después del nacimiento en la boca, la cavidad nasal y el intestino del bebé [85]. Streptococcus thermophilus es uno de los pocos estreptococos utilizados en alimentos y suplementos, muchas otras especies son patógenas. Los probióticos que contienen Streptococcus thermophilus pueden utilizarse para apoyar el microbioma natural [86].

    Las bacterias formadoras de esporas son aquellas que pueden formar una endospora. En la espora, la bacteria puede sobrevivir en condiciones desfavorables y volver a crecer en condiciones favorables. En el caso de los probióticos, las bacterias formadoras de esporas son interesantes porque los propios suplementos son muy estables y pueden almacenarse bien. Las esporas sobreviven sin problemas al ambiente ácido del estómago y, por tanto, llegan intactas al intestino. El formador de esporas Bacillus coagulans se utiliza principalmente de forma preventiva, pero también tiene aplicaciones terapéuticas [87,88].

    Personas mayores

    Las bifidobacterias (especialmente B. longum, B. breve y B. lactis) y los lactobacilos son importantes para restablecer el equilibrio del microbioma en las personas mayores [75].

    Amplio espectro

    A menudo, los suplementos probióticos se formulan como productos de amplio espectro o con un número limitado de cepas en dosis elevadas. En los estudios científicos, en ocasiones se utiliza un número limitado de cepas en dosis elevadas, en parte debido a la atribución de la eficacia a un único componente. Sin embargo, debido a la diversidad natural y a la composición personal única del microbioma, se recomienda un suplemento probiótico con una amplia variedad de cepas [89].

    Probióticos orales

    Investigaciones recientes demuestran que determinadas bacterias probióticas tienen un efecto beneficioso sobre el microbioma oral y un efecto inhibidor sobre los patógenos orales. En particular, los lactobacilos son capaces de restaurar o mantener la simbiosis del ecosistema microbiano en la boca [90].

    Los lactobacilos más comunes en la cavidad oral son Lactobacillus plantarum, L. rhamnosus, L. fermentum y L. salivarius, L. acidophilus, L. crispatus, L. dasseri, L. casei y L. paracasei. Las personas con enfermedades dentales crónicas tienen una menor diversidad del microbioma oral (una media de 2,1 especies) que las personas sanas (una media de 3,2 especies) [90].

    Probióticos vaginales

    La composición del microbioma vaginal está dominada por Lactobacillus, alrededor del 70 % (60-93 %) del microbioma vaginal está formado por Lactobacillus spp. [91,92]. Los probióticos vaginales que contienen lactobacilos (por ejemplo, Lactobacillus rhamnosus) ayudan a equilibrar el ecosistema vaginal disminuyendo el pH y restaurando el desequilibrio microbiano [93].

    Momento de la ingesta

    Existen diferentes opiniones sobre cuál es el mejor momento para tomar probióticos. En principio, la mayoría de las bacterias sobreviven en caso de que encuentren poco ácido estomacal, enzimas digestivas y bilis, y si no tienen que permanecer demasiado tiempo en las condiciones del estómago. La transportación por el estómago es relativamente más rápida cuando el estómago se encuentra vacío.

    Respecto a la acidez, la ingesta de probióticos es más beneficiosa cuando se hace por la mañana en ayunas, antes del desayuno, y por la noche, antes de ir a dormir. Durante las comidas, el tránsito estomacal se hace mucho más lento y también hay más presencia de bilis y enzimas digestivas, sobre todo si la comida contiene muchas grasas o proteínas.

    Forma de administración

    Los suplementos probióticos pueden administrarse en polvo, cápsulas, comprimidos o en forma líquida. Las concentraciones en polvo se conservan mejor en bolsitas con el fin de mantener la viabilidad de las cepas bacterianas. Para las cápsulas probióticas, es recomendable escoger la cápsula de liberación retardada resistente al ácido estomacal (también llamada delayed released o cápsula LR). Una cápsula LR garantiza que pueda pasar de forma intacta a través del estómago, lo que protege la viabilidad de las cepas bacterianas. Los comprimidos son la opción menos adecuada para la ingesta de probióticos (exceptuando el Bacillus coagulans), ya que el proceso de comprimidos afecta a la viabilidad de las cepas bacterianas. Los probióticos en forma líquida son ideales para su suministro en bebés y niños pequeños.

  • Los probióticos pueden utilizarse de forma preventiva y terapéutica para diversas afecciones. En esta sección se exponen las principales indicaciones de los probióticos basadas en estudios científicos. La comparación de los estudios sobre el efecto de los probióticos puede llegar a ser complicado porque el tratamiento (cepas utilizadas, número de unidades formadoras de colonias y forma de dosificación) puede variar de un estudio a otro. Por tanto, no siempre hay un tratamiento definitivo, existen diferentes cepas o dosificaciones que pueden ser efectivas. Diferentes estudios sugieren que el uso de probióticos de varias cepas tiene más probabilidades de ser eficaz que un suplemento de una sola cepa[94–96]. Es probable que un suplemento que tenga un amplio alcance responda mejor a la diversidad natural y a la composición personal única del microbioma.

    Probióticos en niños

    No solo los adultos pueden beneficiarse de los probióticos, sino también los bebés y los niños. Después del parto, el bebé entra por primera vez en contacto con los lactobacilos. Por ello, los lactobacilos se utilizan a menudo en los suplementos probióticos para bebés y niños pequeños. No obstante, la cepa utilizada dependerá de la edad del usuario y de la aplicación. Por esa razón, a continuación encontrará más información sobre las diferentes aplicaciones de los probióticos. La descripción de las aplicaciones se basa en estudios científicos.

    En la presente monografía se señalan como tales las aplicaciones en bebés y niños que han sido objeto de numerosas investigaciones científicas. Por ejemplo, se han realizado muchos estudios sobre el efecto de los probióticos en el tránsito intestinal. En el capítulo sobre el tránsito intestinal se describe por separado cómo se han aplicado los probióticos en estudios científicos en bebés y niños, por un lado, y en adultos, por otro.

    Intestino hiperpermeable y afecciones relacionadas

    Los tratamientos terapéuticos en los trastornos derivados de la hiperpermeabilidad intestinal van más allá del tratamiento con probióticos. Para el terapeuta ortomolecular, la Natura Foundation ha escrito el libro electrónico "La buena salud empieza en el intestino", con información clara sobre la salud intestinal y los trastornos relacionados con ella, así como un completo plan de recuperación del intestino hiperpermeable. Este plan de recuperación puede utilizarse para prevenir y tratar las numerosas afecciones derivadas de la hiperpermeabilidad del intestino. El Plan de Recuperación de la Natura Foundation es una herramienta para que el terapeuta ortomolecular restablezca la permeabilidad intestinal y mejore la composición de la capa mucosa y el microbioma con el objetivo final de trabajar con usted para que sus pacientes tengan más control sobre su salud.

    Psicopatología

    Mediante el eje intestino-cerebro, el microbioma cumple una función importante en la interacción entre el intestino y el cerebro[15]. La inflamación y el desequilibrio del microbioma pueden desencadenar en diversas psicopatologías, incluida la depresión. A la inversa, el estrés también puede causar un desequilibrio en el microbioma [6,20]. Puede que la salud intestinal necesite mejorar en todos sus ámbitos con el fin de conseguir un efecto positivo significativo en las puntuaciones de depresión. Una manera de mejorar el estado de salud general del intestino es aplicar el tratamiento de intestino hiperpermeable.

    Los metaanálisis muestran que el uso de probióticos produce una mejora significativa del estado de ánimo en personas con depresión con grado de leve a moderada[97–99].

    Por ejemplo, un estudio examinó el efecto de la bacteria formadora de esporas B. coagulans (a diario 2x109 UFC) sobre las puntuaciones de depresión en personas con SII y trastorno depresivo frente a placebo. El tratamiento fue efectivo, tanto los síntomas de depresión como los del SII se redujeron de forma significativa [100].

    Defecación, digestión y molestias gastrointestinales

    Tanto en los bebés y los niños como en los adultos, los problemas de defecación pueden provocar molestias. En los países occidentales, entre el 12 y el 17 % de los adultos sufren problemas de defecación [101]. Los probióticos favorecen la digestión, mejorando la consistencia de las heces y la evacuación intestinal. Por otro lado, los probióticos influyen en la motilidad intestinal, la formación de gases y en el sistema inmunitario. Los probióticos pueden utilizarse para prevenir o remediar las afecciones gastrointestinales.

    Bebés y niños

    Problemas gastrointestinales

    Según un estudio sobre el uso de leche con cepas probióticas añadidas entre los niños (de 1 a 6 años), se observó un descenso de la frecuencia de los días de enfermedad que les hacía faltar a guardería. A los niños se les suministró al menos 200 ml de leche probiótica al día durante 7 meses, incluyendo los meses de invierno, la cual contenía una media de 5-10x105 unidades formadoras de colonias (UFC) de Lactobacillus rhamnosus GG. El efecto dependía de la dosificación; cuanta más leche bebían los niños, menos problemas gastrointestinales se manifestaban durante los meses de tratamiento. Por otra parte, se observó una reducción de las infecciones del tracto respiratorio y se necesitaron antibióticos con menor frecuencia para tratar las infecciones del tracto respiratorio [102].

    Estreñimiento

    A cuarenta y cuatro niños lactantes de una edad media de 8 meses con diagnóstico de estreñimiento crónico funcional se les suministró L. reuteri (1x108 UFC)Coccorullo et al., (2010) a diario en un estudio doble ciego controlado con placebo. La suplementación con esta bacteria del ácido láctico dio lugar a un aumento del número de evacuaciones intestinales por semana. La consistencia de las heces no cambió de forma considerable.

    En un estudio a pequeña escala entre niños de entre 4 y 16 años con estreñimiento, se analizó el efecto de una mezcla de probióticos en las defecaciones. La mezcla estaba compuesta por un total de 4x109 UFC y contenía bifidobacterias (B. bifidum, B. infantis, B. longum) y lactobacilos (L. casei, L. plantarum, L. rhamnosus). El tratamiento duró 4 semanas, y los niños recibieron además entrenamiento para ir al baño. La frecuencia de defecación aumentó en el grupo tratado. En los niños que defecaban muy poco a la semana al principio del estudio, la diferencia de frecuencia era considerable. Además, hubo una reducción de la incontinencia fecal y los niños padecieron menos dolor en la zona abdominal [104].

    En un estudio doble ciego controlado con placebo se analizó la diferencia entre la suplementación con probióticos, óxido de magnesio (MgO, laxante) o placebo en niños (<10 años) con estreñimiento crónico. Los niños recibieron un suplemento diario que contenía L. casei rhamnosus (8x108 UFC), 50 mg/kg de MgO o placebo durante 4 semanas. La suplementación con probióticos fue tan eficaz como el MgO en el tratamiento del estreñimiento crónico. Los niños fueron más regulares a la hora de ir a defecar, tenían heces más blandas y utilizaron menos laxantes como resultado del tratamiento. No hubo diferencias considerables entre la suplementación con probióticos y MgO. Los niños sí experimentaron menos efectos secundarios (dolor abdominal) al tomar probióticos que con MgO [105].

    Conclusión

    Los resultados sobre el uso terapéutico de los probióticos para el estreñimiento funcional de los niños todavía no son del todo concluyentes. Es aconsejable combinarlo con otros tratamientos complementarios.

    Diarrea

    Hanna Szajewska et al., (2001) Se investigó el efecto de la suplementación con L. rhamnosus GG (LGG) (6x109  UFC, dos veces al día) en niños de 1 a 36 meses. Los niños fueron hospitalizados por razones distintas a las dolencias gastrointestinales y no fueron amamantados. La suplementación con LGG redujo considerablemente el riesgo de diarrea e infección por rotavirus en comparación con el grupo placebo [106].

    En un extenso estudio clínico, se suministró probióticos a niños de 3 a 36 meses que padecían de diarrea aguda. Se prescribieron varios suplementos probióticos y los niños recibieron dosis dos veces al día durante cinco días. Los niños a los que se les administró LGG (6x109 UFC) y a los que se les administró una mezcla de probióticos (1x109 UFC de L. debrueckii, 1x109 UFC de L. acidophilus, 1x109 UFC de S. thermophilus, 5x108 UFC de B. bifidum) tuvieron una diarrea más corta en comparación con el grupo placebo[107].

    Flatulencias

    Los probióticos pueden ayudar a la digestión de los alimentos, reduciendo de esta forma la fermentación y los gases asociados [108,109].

    Reflujo

    Además del efecto positivo que ejercen los probióticos en el intestino, también se ha observado una mejora en el reflujo alimentario. En un estudio, los bebés con problemas de reflujo recibieron 1x108 UFC de L. reuteri a diario durante 30 días. Una mejora en la frecuencia de vaciado gástrico se observó en el grupo de probióticos, y los bebés experimentaron un reflujo alimentario menos frecuente en comparación con el grupo de placebo [110].

    Adultos y mayores

    Problemas gastrointestinales

    En un estudio con tres grupos de voluntarios sanos, los participantes recibieron o bien un placebo o bien una mezcla de 2,5x109 UFC de L. plantarum y 2,5x109 UFC de B. breve o 5x109 UFC de B. lactis durante 30 días. Los grupos tratados que recibieron probióticos tuvieron una mejora en cuanto a la defecación, una mejor consistencia de las heces y una reducción de las dolencias como la hinchazón, el ardor o el dolor [101]. Un estudio similar sobre la consistencia de las heces en voluntarios saludables también reflejó el beneficio de los probióticos. Los voluntarios recibieron leche fermentada que contenía al menos 6,5x109 UFC de L. casei a diario durante 3 semanas. Entre otros aspectos, se observó una mejora en la consistencia de las heces. Los resultados fueron considerables si se compara con el estado previo a la suplementación y en comparación con un placebo [111].

    En las personas mayores, la diversidad del microbioma disminuye, en parte debido a la reducción del número de cepas de bifidobacterias. La suplementación con probióticos en los ancianos puede reducir el desequilibrio o disminuir los síntomas intestinales. Zaharoni et al., (2011)Se analizó el efecto del consumo de probióticos en los ancianos (+65 años) hospitalizados. Los participantes recibieron una mezcla diaria de cepas probióticas durante 45 días, con un total de 4,5x1011 UFC, que contenían Lactobacillus (L. plantarum, L. paracasei, L. bulgaricus y L. acidophilus), Bifidobacterium (B. breve, B. longum y B. infantis) y Streptococcus (S. thermophilus). Durante el período de observación de 45 días, los científicos observaron que el grupo tratado necesitaba considerablemente menos laxantes y antibióticos. También se observó una reducción de los síntomas diarreicos, sobre todo en los pacientes mayores de 80 años. Los niveles sanguíneos de proteína C reactiva (PCR) también disminuyeron, lo que indica una menor actividad inflamatoria.

    Estreñimiento

    Los adultos con estreñimiento crónico funcional pueden beneficiarse potencialmente de la suplementación con probióticos. Al suplementar 1x108 UFC deL. reuteri diariamente durante 4 semanas en una prueba controlada aleatorizada se observó un aumento significativo del número de defecaciones a la semana [113]. La consistencia de las heces no cambió. Para obtener los mejores resultados, se recomienda combinarlo con otros tratamientos complementarios.

    Diarrea (del viajero)

    La diarrea del viajero se produce en aproximadamente un 15-56 % de los viajeros durante las dos primeras semanas de viaje [114,115]. Los probióticos pueden servir de ayuda para prevenir la diarrea del viajero. En un estudio en el que las personas viajaron de 1 a 3 semanas en países en vías de desarrollo, se suplementó con 2x109 UFC de LGG a diario, comenzando dos días previos al viaje. Además, se dieron consejos para prevenir la diarrea del viajero. El grupo de personas al que se le suministró probióticos sufrió menos diarrea en comparación con el grupo de placebo[114]. En un estudio similar se utilizaron 2x109 UFC LGG diarias, y se encontró el mismo efecto protector de los probióticos en el intestino y se previno la diarrea del viajero [116].

    La diarrea causada por la infección del patógeno Clostridium difficile puede mejorarse en los adultos mediante una suplementación de probióticos. Se realizó un estudio en el que participaron sujetos con infecciones de leves a moderadas. Los participantes recibieron un placebo o bien un suplemento probiótico que contenía Lactobacillus (L. acidophilus, L. paracasei), Bifidobacerium (B. lactis Bi-07 y Bi-04) a diario durante cuatro semanas y un total de 1,7x1010 UFC. La intervención con probióticos dio lugar a una menor duración de la diarrea en comparación con el grupo placebo[117].

    Flatulencias

    Los estudios demostraron que la suplementación con probióticos reduce la flatulencia y la hinchazón [118]tanto en sujetos saludables como en pacientes con SII. Una combinación de L. acidophilus y B. lactis redujo la hinchazón en sujetos con problemas funcionales del intestino[119]. El formador de esporas B. coagulans también puede aliviar la hinchazón[120].

    Acidez de estómago

    La acidez, también conocida como reflujo gastroesofágico, se puede tratar de manera eficaz mediante los probióticos. Los estudios clínicos demuestran que las cepas L. gasseri y B. bifidum se pueden utilizar de manera eficaz en caso de reflujo[121].

    Enfermedad inflamatoria intestinal crónica

    Las enfermedades intestinales como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa producen inflamación. A este grupo de enfermedades se le conoce como enfermedad inflamatoria intestinal (EII). Por otro lado, también está el Síndrome del Intestino Irritable (SII), un síndrome funcional en el que los síntomas del mismo no pueden ser interpretados por una enfermedad en sí[122].

    Las investigaciones han demostrado que la composición del microbioma intestinal de los pacientes con SII [123,124]y con EII [125]es diferente a la de las personas saludables. Por lo que el microbioma intestinal se encuentra en disbiosis. El microbioma intestinal de los pacientes con SII contiene, por ejemplo, menos lactobacilos y bifidobacterias en comparación con las personas saludables[123]. Un microbioma disbiótico puede ser la causa principal de las enfermedades intestinales crónicas.

    Una de las propiedades de los probióticos es que pueden reducir la inflamación al aumentar la resistencia (a través del sistema inmunitario). Además, actualmente se está investigando si este desequilibrio microbiano da lugar a una mala inactivación de las proteasas digestivas, lo que provoca daños en la capa protectora de la mucosa y en el tejido intestinal subyacente. El daño a la pared intestinal produce inflamación[126,127]. Los estudios demuestran que la alteración de la composición del microbioma intestinal mediante el uso de probióticos puede tener un efecto positivo en los pacientes con EII [128] y con SII [129,130]. Los probióticos se pueden usar de manera eficaz para reducir los síntomas de las enfermedades intestinales crónicas y restablecer el equilibrio del microbioma.

    La tabla 1 enumera una serie de estudios científicos realizados en los que se utilizaron probióticos para el tratamiento del SII y la EII en general, y de la colitis ulcerosa en particular.

    Tabla 1resumen de los ensayos clínicos controlados con placebo sobre el uso de probióticos en el SII y la EII.

    Población del estudio

    Tratamiento (por día, a menos que se indique lo contrario)

    Período

    Resultado

    Fuente

    Pacientes con SII,

    Entre 21 y 78 años

    L. plantarum 5x107 UFC + harina de avena

    4 semanas

    Reducción de la flatulencia en el grupo de intervención, menos dolor abdominal en ambos grupos. Tras un seguimiento de 12 meses, el grupo de intervención tiene una mejor función intestinal

    [131]

    Pacientes con SII, edad media de 45 años

    L. plantarum 5x17 UFC

    4 semanas

    Alivia el dolor abdominal, normaliza la frecuencia de las deposiciones y alivia los síntomas del SII en el grupo de intervención en comparación con el placebo

    [132]

    Pacientes con SII, media de 12 años

    L. rhamnosus GG 1x1010 UFC.

    6 semanas

    El mismo efecto que con placebo

    [133]

    Pacientes con SII,

    Entre 18 y 75 años

    L. salivarius 1x1010 UFC

    B. infantis 1x1010 UFC

    8 semanas

    El B. infantis proporcionó una mayor reducción de los síntomas del SII que el placebo o el L. salivarius

    [134]

    Pacientes con SII,

    Entre 18 y 65 años

    Encapsulado

    B.infantis:

    1x106UFC o1x108UFC o1x1010UFC

    4 semanas

    Reducción del dolor abdominal y de los síntomas del SII a 1x108 UFC. Con una dosificación de 1x1010 UFC, hubieron complicaciones funcionales con el suplemento

    [135]

    Pacientes con SII con estreñimiento, entre 18 y 75 años de edad

    S.thermophilus 3x108UFC, L.plantarum 1x108UFC

    4 semanas

    Mejora significativa de la consistencia de las heces y de la calidad de vida

    [136]

    Pacientes con SII,  entre 18 y 55 años

    B.coagulans 2x109UFC

    90 días

    Mejora significativa de los síntomas: reducción de la hinchazón, los vómitos, la diarrea y el dolor abdominal. Mejora de la frecuencia de la defecación

    [100]

    Pacientes con EII, edad media de 36 años

    L.acidophilus, B.animalis 1x106UFC

    8 semanas

    Mejora del número de bacterias probióticas (lactobacilos, bifidobacterias y bacteroides) según los análisis de heces

    [137]

    Pacientes asintomáticos con EII,

    Entre 18 y 70 años

    L.rhamnosus, L.plantarum, L.acidophilus, E.faecium 0,2x106UFC/kg

    4 semanas

    Reducción de la inflamación en pacientes con colitis ulcerosa

    [138]

    Pacientes con colitis ulcerosa,

    Entre 18 y 75 años

    B.infantis 1x1010UFC

    8 semanas

    Reducción de la inflamación (valores de PCR)

    [139]

    Pacientes con colitis ulcerosa,

    44 años de media

    B.longum 2-3x1011UFC 3 veces al día

    8 semanas

    Reducción de los síntomas de la enfermedad y mejora del índice endoscópico

    [140]

    Probióticos orales y enfermedad inflamatoria intestinal crónica

    El microbioma oral bacteriológico ejerce influencia, entre otros, sobre el sistema intestinal, lo que permite establecer también una asociación entre la salud oral (microbiana) y diversos trastornos[141]. La investigación sobre la composición del microbioma oral ha demostrado que los pacientes con EII (colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn) tienen una composición microbiana oral distinta a la del grupo de control sano[142].

    La P. gingivalis, una bacteria asociada a la periodontitis, provoca un desequilibrio en el microbioma de los ratones. La administración oral procedente del cultivo bacteriano produce una alteración de la función de barrera intestinal y una inflamación del intestino[143]. El uso de un probiótico oral puede servir como un antibiótico contra los paropatógenos (los patógenos a menudo presentes en la periodontitis). Los estudios in vitro demuestran que las cepas de lactobacilos L. paracasei, L. plantarum, L. rhamnosus y L. salivarius muestran la actividad antimicrobiana más potente contra los paropatógenos, incluso contra P. gingivalis[90]. Por lo tanto, el suministro por vía oral de los probióticos que contienen lactobacilos puede contribuir al equilibrio del microbioma oral e intestinal y a la restauración de las barreras intestinales.

    Enfermedad inflamatoria intestinal crónica y psicopatología

    La comorbilidad más común en los pacientes con SII es la psicopatología. Un metaanálisis ha demostrado que los pacientes con SII tienen tres veces más probabilidades de desarrollar ansiedad o depresión[144]. Otro estudio concluyó que los pacientes con SII tenían entre un 40 y un 80 % más probabilidades de padecer migrañas, fibromialgia y depresión[145]. De hecho, la revisión sistemática de Whitehead concluyó que hasta el 94 % de los pacientes con SII tienen un trastorno psiquiátrico, siendo la depresión, la ansiedad y los trastornos somatomorfos los más frecuentes[146]. El saneamiento de la salud intestinal podría influir positivamente en el bienestar psicológico del paciente mediante el eje intestino-cerebro.

    Los probióticos pueden reducir la puntuación de la depresión[147]. Esto se ha demostrado en un estudio aleatorio en el que se administró B. longum (1x1010 UFC) o placebo a 44 participantes durante 6 semanas. Asimismo, una prueba de IRMf mostró que la amígdala, una región cerebral importante para la regulación del miedo y la ansiedad y para la activación del eje HHA, estaba menos estimulada en respuesta a estímulos negativos en el grupo tratado. El eje HHA es importante para la respuesta al estrés físico y la percepción del dolor visceral; por tanto, tampoco se encontró una reducción no significativa de la percepción del dolor en el grupo tratado[147]. Hacen falta más investigaciones para profundizar sobre ese efecto. Es posible que se necesiten tratamientos complementarios (intestinales) para encontrar una mejora significativa en la percepción del dolor (visceral) en los pacientes con SII además de la reducción de las puntuaciones de depresión[148].

    El formador de esporas B. coagulans también podría servir para reducir la depresión y los síntomas del síndrome del intestino irritable. Esto se concluyó en un estudio clínico en el que se administró un comprimido a 40 participantes que contenía B. coagulans (2x109 UFC) o un placebo a diario durante 6 semanas. La suplementación con el formador de esporas redujo las puntuaciones de depresión y los síntomas del SII de forma significativa. Los investigadores indican que esto puede haber sido a causa de la reducción de la inflamación y el estrés oxidativo. Además, es posible que la producción de neurotransmisores y de ácidos grasos de cadena corta por parte del microbioma también participe en la reducción de los síntomas de la depresión y del SII [100].

    Alergias e intolerancias alimentarias

    Los probióticos se pueden utilizar para tratar y prevenir las alergias alimentarias. Los probióticos refuerzan el sistema inmunitario y ayudan a optimizar la función de la barrera intestinal, lo que puede contribuir a reducir las alergias alimentarias al evitar la hiperpermeabilidad. Por otra parte, las cepas probióticas favorecen la digestión de los nutrientes, lo que tiene un efecto beneficioso contra las intolerancias alimentarias. En muchos estudios en los que se utilizan probióticos para la prevención o el tratamiento de la alergia alimentaria se midió la incidencia y la gravedad de las manifestaciones alérgicas en forma de dermatitis atópica. Para más información sobre el tratamiento y la prevención del eczema atópico, consulte la sección "Enfermedades de la piel como la dermatitis, el acné, la psoriasis y la rosácea".

    En un estudio realizado a 330 niños con alergia a la leche de vaca, se puso a prueba el efecto de la Lactobacillus rhamnosus GG. A los niños se les suministró proteína de caseína hidrolizada en combinación con placebo o probióticos. Los niños del grupo tratado desarrollaron menos molestias gastrointestinales en comparación con el grupo de placebo[149]. Los niños del grupo tratado de un estudio con el mismo diseño también desarrollaron menos dolencias relacionadas con la alergia a largo plazo, como la dermatitis atópica[150].

    El metaanálisis muestra que la suplementación con probióticos en los lactantes es beneficiosa en el tratamiento de la alergia a la leche de vaca; los mejores resultados se obtienen al utilizar la Lactobacillus rhamnosus GG [151]. Por otra parte, la suplementación prenatal (suplementación de la madre embarazada) seguida de la suplementación del recién nacido parece ser mejor para la prevención de los síntomas alérgicos[152].

    La intolerancia a la lactosa se da en un promedio del 65 % de la población adulta mundial. Hay un estudio en el que se seleccionaron cepas probióticas capaces de descomponer la lactosa. Las cepas probióticas que digieren la lactosa favorecieron la digestión de la misma, reduciendo así los problemas gastrointestinales[153]. Las cepas probióticas que favorecen la digestión de la lactosa son la Lactobacillus acidophilus y la Bifidobacterium longum [154].

    Activación del microbioma intestinal

    Los bebés nacidos por cesárea no entran en contacto durante el parto con los microorganismos los cuales son de vital importancia para el desarrollo del microbioma intestinal. Los bebés nacidos por cesárea tienen por este motivo una composición diferente del microbioma incluso a una edad más avanzada. Uno de los resultados de esto es lo que se conoce como siembra vaginal o microparto después de una cesárea. Consiste en transferir los microbios vaginales a la boca, la nariz y la piel del recién nacido para iniciar un microbioma saludable. Sin embargo, debido a que esta técnica es relativamente nueva y a que todavía se desconocen muchas cosas sobre la transmisión de patógenos, entre otras cosas, todavía no se utiliza de forma generalizada. Una forma alternativa de iniciar el microbioma es mediante la suplementación de probióticos al recién nacido.

    Las primeras cepas con las que el bebé entra en contacto durante el parto son los lactobacilos del canal de parto. Por tanto, la suplementación con lo probióticos Lactobacillus rhamnosus GG podría utilizarse para colonizar el intestino y la boca del bebé [155,156]. Los investigadores Duar et al., (2020)también corroboran el uso de Bifidobacterium infantis como método seguro para colonizar el intestino de los recién nacidos por cesárea [157].

    Uso de antibióticos

    Los antibióticos pueden provocar un desequilibrio en el microbioma, que puede causar infecciones secundarias y síntomas como la diarrea. La Clostridium difficile suele ser la causa de diarreas e infecciones intestinales durante el tratamiento con antibióticos. Los probióticos pueden utilizarse eficazmente para prevenir la diarrea causada por el tratamiento con antibióticos [158,159].

    Por ejemplo, un grupo de estudio investigó el efecto de una bebida probiótica que contenía Lactobacillus casei (1x1010 UFC), L. bulgaricus (1x1010 UFC) y Streptococcus thermophilus (1x109 UFC). Los 82 participantes tomaron la bebida media hora antes o dos horas después de la comida; el grupo de placebo siguió el mismo protocolo pero con una bebida estéril. Los participantes del grupo de placebo eran más propensos a sufrir diarrea en comparación con el grupo de probióticos [160].

    Para favorecer la supervivencia de las bacterias beneficiosas, se recomienda tomar probióticos unas horas antes o unas horas después de los antibióticos.

    Trastornos cutáneos como eczema, acné, psoriasis y rosácea

    Eczema y dermatitis atópica

    Rosenfeldt et al., (2004) Se ha demostrado que la suplementación con probióticos, al mejorar la permeabilidad intestinal selectiva, alivia los síntomas de la dermatitis atópica en los niños. En los adultos se observó un efecto similar. La mejora de la función de la pared intestinal disminuye la translocación microbiana y la activación inmunitaria, reduciendo así los síntomas de la dermatitis atópica [162]. Un estudio sobre el efecto de la suplementación con probióticos en los niveles de inflamación de las madres lactantes y los niños muestra que los probióticos influyen en el sistema inmunitario. Los probióticos aumentan la cantidad de citoquinas antiinflamatorias en el suero de los bebés, así como los niveles de PCR. Dos años después de la intervención, el grupo de los probióticos sufría menos manifestaciones alérgicas, como el eczema atópico. El aumento de los niveles de PCR es contrario a la intuición, pero parece ser importante en el desarrollo inmunitario temprano [163]. La eficacia de los probióticos contra el eczema/dermatitis atópica en bebés, niños y adultos está confirmada por varias revisiones y metaanálisis [164–167].

    En las mujeres embarazadas, los probióticos pueden utilizarse de forma preventiva para evitar el eczema atópico en el bebé. En un estudio, se administró a mujeres embarazadas con alto riesgo de eczema atópico Lactobacillus rhamnosu antes del nacimiento del bebé. También se le administró esta cepa bacteriana al bebé durante el parto. En comparación con el grupo placebo, la incidencia de eczema atópico fue un 50 % menor en el grupo que recibió probióticos [168]. Incluso a los cuatro y siete años de edad, los niños del grupo probiótico tenían menos eczema atópico que los del grupo de control [169,170]. Se necesitan más investigaciones de seguimiento para confirmar e investigar los resultados y mecanismos de la suplementación materna con probióticos. De este modo, se confirmaron los Rautava et al., (2012a)efectos beneficiosos, pero no se encontraronKopp et al., (2008) diferencias entre los grupos de probióticos y de placebo. Serán necesarios muchos estudios para comprender plenamente el complejo mecanismo de la suplementación con probióticos, la transferencia de cepas probióticas durante el embarazo y el parto, el desarrollo del sistema inmunitario y las alergias (alimentarias).

    Acné

    El acné es un conjunto de trastornos caracterizados por la aparición de granos en la piel. Los granos están causados, entre otras cosas, por la inflamación de la piel. Al apoyar el sistema inmunitario y reducir la inflamación, los probióticos pueden utilizarse eficazmente para los síntomas del acné. Por ejemplo, un estudio demostró que un mes de suplementación con una mezcla de probióticos redujo la inflamación sérica [173]. Tres meses de suplementación con Lactobacillus GG mejoran el acné en adultos[174]. Jung et al., (2013)Los probióticos demostraron tener efectos ameliorantes en el tratamiento del acné similares a los del uso de antibióticos.

    Psoriasis

    Los enfermos de psoriasis suelen tener también inflamaciones en otros órganos; por ejemplo, entre el 7 y el 11 % de los pacientes con EII tienen también psoriasis. De ello se deduce la relación entre la inflamación intestinal y la psoriasis[176]. Los resultados de la suplementación con probióticos sobre los síntomas de la psoriasis son prometedores, pero la investigación se limita todavía a unos pocos estudios de casos y a estudios en animales[177]. Un estudio clínico demuestra que los probióticos (Bifidobacterium infantis) reducen la inflamación y los síntomas de la psoriasis[139].

    Rosácea

    Los pacientes con rosácea tienen una composición del microbioma diferente a la de las personas sanas[178,179]. Por lo tanto, se sugiere que los probióticos pueden utilizarse eficazmente en el tratamiento de la rosácea[180].

    Trastornos dentales y salud bucodental

    Debido a la migración de patógenos desde la cavidad oral al torrente sanguíneo, la periodontitis parece ser un factor de riesgo independiente para diversas enfermedades crónicas[181]. Los lactobacilos tienen un fuerte efecto inhibidor sobre los patógenos dominantes en la cavidad oral. A través de la competencia de adhesión, la competencia de nutrientes, la producción de factores antimicrobianos, y mediante la mejora e influencia de la respuesta inmune del huésped, los microorganismos probióticos pueden mejorar la salud dental y de la cavidad oral[13].

    Por ejemplo, las investigaciones in vitro demuestran que especialmente Lactobacillus plantarum, L. paracasei, L. salivarius y L. rhamnosus tienen una alta actividad antimicrobiana contra patógenos orales como Porphyromonas gingivalis y Streptococcus mutans [90,182]. En un estudio clínico, se administró a personas sanas un probiótico oral que contenía L. salivarius (0,67x109 UFC). Al cabo de ocho semanas, se constató una mejora de la salud bucodental, incluida una reducción de la cantidad de placa[183]. En un estudio a corto plazo (intervención de dos semanas) en el que los participantes recibieron probióticos que contenían L. salivarius (2x109 UFC), se observó una reducción del número de S. mutans en la saliva [184]. La Streptococcus mutans es una de las principales causas de la caries. La suplementación con L. paracasei también reduce la cantidad de S. mutans en la saliva. En el estudio, voluntarios sanos recibieron un suplemento oral de L. paracasei durante 4 semanas [185].

    Niños

    El efecto de los probióticos sobre la cantidad de S. mutans en la saliva también se encontró con la suplementación con L. rhamnosus. Los niños (1-6 años) recibieron leche enriquecida con L. rhamnosus (5 días a la semana, ingesta media de 1-2x108 UFC al día). Después de siete meses, se encontró una reducción en el número de caries y una menor cantidad de S. mutans en la saliva [186]. Estudios in vitro muestran que hasta 23 especies diferentes de Lactobacillus spp. inhiben el crecimiento de S. mutans, de las cuales L. paracasei,L. plantarum y L. rhamnosus tienen la mayor actividad inhibitoria [187].

    Inflamación de las encías (gingivitis)

    La inflamación de las encías suele ir acompañada de sangrado de las mismas durante el cepillado y está causada por la presencia de bacterias en la placa. Un cepillado regular y un microbioma bucal sano son la base para prevenir la gingivitis. Los probióticos pueden reforzar la recuperación del desequilibrio del microbioma oral. Por ejemplo, un estudio realizado en personas con gingivitis de moderada a grave mostró una mejora en la cantidad de placa y en el grado de inflamación gracias al suministro de Lactobacillus reuteri [188]. Un estudio en el que se utilizaron chicles con L. reuteri demostró el efecto antiinflamatorio de los probióticos, además de reducir el sangrado de las encías [189]. También L. salivarius [190], L. paracasei, L. plantarum [191] y L. rhamnosus [192] han resultado ser eficaces para prevenir la gingivitis y la inflamación de las encías en estudios in vivo e in vitro. Una revisión de múltiples estudios concluye que los probióticos tienen un efecto beneficioso en el tratamiento de la gingivitis y, por lo tanto, la suplementación puede utilizarse de forma eficaz. Sin embargo, los investigadores afirman que, debido a la falta de consistencia en los métodos de estudio, se necesita más investigación para confirmar los resultados [193].

    Halitosis (mal aliento)

    La halitosis es un problema común, a menudo relacionado con una mala salud bucodental. Los compuestos volátiles de azufre, producidos principalmente por bacterias gramnegativas, entre ellas Porphyromonas gingivalis y Streptococcus mutans, son los responsables del mal olor. En un estudio, se administró a veinte pacientes con halitosis 2x109 UFC de L. salivarius diarias durante 4 semanas. Después de solo dos semanas hubo una reducción significativa de los olores bucales desagradables, y después de cuatro semanas se encontró una mejora en el sentido del olfato y el gusto y las encías eran menos propensas a sangrar [194]. Una revisión sistemática concluye que las cepas de lactobacilos pueden utilizarse para tratar la halitosis [195].

    Obesidad/Sobrepeso

    El desarrollo de la obesidad y el síndrome metabólico es un proceso complejo en el que intervienen varios factores genéticos y ambientales. Varios estudios demuestran que el microbioma intestinal también cumple una función importante en este sentido. Anteriormente, los investigadores solían fijarse en la diversidad del microbioma intestinal; sin embargo, las nuevas técnicas muestran que la diversidad de cepas en el microbioma no es tan importante, sino que la capacidad metabólica del microbioma puede ser el factor más importante [2,196,197].

    Los mecanismos de acción de los probióticos contra la obesidad aún no se han dilucidado del todo. Así, puede actuar a través de múltiples mecanismos, incluyendo la modulación de la composición del microbioma intestinal, a través de la reducción de la inflamación o influyendo en el metabolismo del huésped [198]. La inflamación de bajo grado debida a niveles elevados de LPS en sangre puede desempeñar un papel importante en el desarrollo de la obesidad, la resistencia a la insulina y la diabetes de tipo 2 [7].

    Basándose en el éxito de las investigaciones con ratones, en las que se comprobó que los ratones a los que se administró B. breve presentaban un menor riesgo de obesidad [199], se inició un estudio en humanos. Para el estudio se reclutaron 52 personas preobesas. La mitad de los participantes recibió diariamente 5x1010 UFC B. breve en cápsulas gastrorresistentes, y la otra mitad recibió un placebo idéntico en apariencia y sabor al probiótico. Después de 12 semanas, hubo una disminución significativa de la masa grasa en el grupo de probióticos. En el grupo de placebo, se observó un aumento de los valores de hemoglobina glicosilada, una medida de los niveles de azúcar en sangre. Este aumento no se observó en el grupo probiótico, lo que significa que los niveles de glucosa en sangre estaban mejor regulados en el grupo probiótico [198]. Por lo tanto, la suplementación con B. breve posiblemente sea eficaz en personas en la fase previa a la obesidad.

    Los probióticos pueden ser eficaces en el tratamiento del sobrepeso y la obesidad, según concluye una revisión de meta-análisis. La revisión resumió los resultados de 14 meta-análisis de ensayos clínicos aleatorios y concluyó un efecto positivo de los probióticos en la reducción de peso. Sin embargo, el efecto es pequeño y se necesitarán tratamientos adicionales para lograr grandes reducciones de peso [200].

    Diabetes de tipo II

    Los diabéticos parecen tener un mayor riesgo de desarrollar gingivitis y periodontitis (graves). Además, cada vez hay más pruebas de que, a la inversa, también existe una asociación entre la periodontitis y el desarrollo de la diabetes [201].

    Las investigaciones demuestran que la administración deP. gingivalis en ratones diabéticos provoca un deterioro de la homeostasis de la glucosa [202] y de la resistencia a la insulina [203]. Probablemente estos cambios se desencadenen por un desequilibrio del microbioma, cambios metabólicos y la activación del sistema inmunitario [203–205].

    Dentro de un enfoque multidisciplinar, el uso de lactobacilos para promover la higiene bucal puede ser un valor añadido. Los lactobacilos pueden utilizarse tanto de forma preventiva como terapéutica debido a su efecto antiinflamatorio, a la modulación de las citoquinas pro y antiinflamatorias y a la reducción del número de bacterias (paro)patógenas. Así, contribuyen a la prevención y al tratamiento de la periodontitis [13,90].

    Además, la inflamación de bajo grado debida a los niveles elevados de LPS en sangre puede desempeñar un papel importante en el desarrollo de la resistencia a la insulina y la diabetes de tipo 2 [7]. Los probióticos reducen los niveles de inflamación, la HbA1c, la glucosa plasmática en ayunas y los niveles de insulina en ayunas, así como el colesterol total, los niveles de triglicéridos y los valores de la presión arterial tanto sistólica como diastólica [206]. Los estudios también muestran que los lactobacilos pueden aumentar la tolerancia a la glucosa [207] y la sensibilidad a la insulina [208].

    Hipercolesterolemia

    Al unirse al colesterol de la dieta y descomponer la bilis, los probióticos ayudan a reducir el colesterol [209].

    En un estudio, 26 personas con síndrome metabólico recibieron diariamente leche fermentada con cepas probióticas. La bebida contenía 2,7x1010 UFC Bifidobacterium lactis y se ingirió diariamente durante 45 días. Al final del estudio, los participantes habían reducido significativamente el IMC, el colesterol total y el LDL en comparación con el inicio del estudio y con el grupo de placebo. Así, esta bebida probiótica tuvo un efecto positivo sobre los valores de lípidos en sangre [210].

    Un estudio similar se realizó con personas con diabetes de tipo 2. En el estudio, se suplementó diariamente durante 6 semanas una leche fermentada que contenía Lactobacillus acidophilus (1x109 UFC) y Bifidobacterium lactis (1x109 UFC). Al final del estudio, se produjo una reducción de los valores de colesterol total y LDL en comparación con el grupo de placebo [211].

    También se pueden utilizar otras cepas de bífidos para reducir los niveles de colesterol. En un estudio, basado en su alta tolerancia a los jugos gástricos y a las galtas, Bifidobacterium longum se identificó como potencialmente eficaz para reducir los niveles de colesterol. Los 32 participantes sanos del estudio consumieron un yogur que contenía la cepa probiótica Bifidobacterium longum (1x108 UFC) tres veces al día durante 4 semanas. El estudio descubrió que la suplementación con probióticos reducía los niveles de colesterol, pero solo en los participantes con niveles de colesterol inicialmente elevados [209].

    Enfermedades cardiovasculares

    Existe una asociación entre una disbiosis en el microbioma y las enfermedades cardiovasculares [212]. El óxido de trimetilamina (TMAO) es un metabolito del microbioma que se asocia a problemas cardiovasculares. La composición del microbioma determina la cantidad de TMAO y otros metabolitos nocivos que se producen. La modificación/mejora de la composición microbiana y el ajuste de la dieta pueden conducir a una menor producción de metabolitos nocivos [213]. Además, el LPS activa los receptores TLR4 endoteliales que causan la inflamación vascular que conduce a la enfermedad cardiovascular. Los probióticos regulan la expresión génica TLR4 que tiene un efecto beneficioso sobre la inflamación vascular y la presión arterial [8,214].

    De forma preventiva, los probióticos pueden utilizarse para reducir el riesgo de disbiosis del microbioma y los consiguientes problemas cardiovasculares. Así, los probióticos se han utilizado eficazmente para reducir el colesterol y, por tanto, el riesgo de enfermedades cardiovasculares [209–211]. Además, los probióticos tienen un efecto antiinflamatorio [210]; la inflamación es también un importante factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares. Se necesitan estudios sobre cepas específicas que inhiban la producción de metabolitos nocivos como el TMAO para reducir al máximo el riesgo de enfermedades cardiovasculares [215]. Las investigaciones preliminares en animales son prometedoras, por ejemplo, un suplemento probiótico (L. plantarum) reduce los niveles séricos de TMAO en ratones. Además, los probióticos previenen el desarrollo de la aterosclerosis inducida por TMAO [216].

    Los estudios confirman la relación entre la periodontitis y las enfermedades cardiovasculares [217]. En primer lugar, la periodontitis y las enfermedades cardiovasculares tienen factores de riesgo similares, como el tabaquismo y la diabetes. Por otra parte, la periodontitis también es una fuente de citoquinas proinflamatorias que pueden provocar una respuesta inflamatoria sistémica. Esta inflamación puede ser un factor de riesgo para la enfermedad cardiovascular [218,219]. Así pues, un probiótico oral también puede utilizarse en la lucha contra las enfermedades cardiovasculares.

    La enfermedad de Alzheimer

    Los pacientes con Alzheimer presentan, entre otras cosas, una acumulación de placas amiloides y fracciones de proteína tau fosforilada en el cerebro. Además, presentan neuroinflamación, alteración del perfil de citoquinas, activación de la microglía, activación del inflamasoma y activación del sistema del complemento [220]. Anteriormente, se pensaba que los péptidos amiloides-ß, principales responsables de la placa amiloide, no tenían ninguna función fisiológica. Sin embargo, las investigaciones demuestran que estos péptidos tienen una importante función antimicrobiana [221]. En conjunto, esto sugiere que el sistema inmunitario y las infecciones, además de la predisposición genética, cumplen una función importante en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.

    En estudios post-mortem que comparaban los cerebros de pacientes con demencia con sujetos de control, la bacteria Porphyromonas gingivalis se encontró en los cerebros de los pacientes con demencia[222]. P. gingivalis, un notorio agente causante de la periodontitis, parece desempeñar un importante papel en la inflamación neurológica y en la generación de péptidos amiloides, entre otras cosas. Por ejemplo, P. gingivalis activa la microglía, lo que conduce a la neuroinflamación y al aumento de la producción de citoquinas, que pueden provocar daños neurológicos. Además, P. gingivalis es responsable del fraccionamiento y fosforilación de las proteínas tau. Todo ello contribuye a la patología de la enfermedad de Alzheimer [223].

    Un ensayo controlado aleatorio muestra que los niveles orales de P. gingivalis se redujeron significativamente al utilizar un enjuague bucal probiótico [224]. Por tanto, los probióticos orales posiblementereduzcan el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.

    Bebé que llora

    Las razones por las que un bebé llora pueden ser numerosas. Un estudio descubrió que los bebés llorones tienen un microbioma intestinal anormal en comparación con los bebés que no fueron clasificados como bebés llorones. Los bebés llorones tenían menos lactobacilos pero más bacterias anaerobias gramnegativas en las heces [225].

    Mediante la administración de Lactobacillus reuteri (1x108 UFC/día) durante 21 días a bebés llorones alimentados con leche materna, se observó una mejora en la frecuencia de llanto del bebé [226]. En un estudio similar, se administró a los bebés Lactobacillus reuteri (1x108 UFC/día) o simeticona, un agente antiespumante para contrarrestar las molestias de la hinchazón. La intervención duró 28 días y ya después de una semana, los bebés del grupo de probióticos lloraron menos en comparación con antes de la intervención y en comparación con el grupo de simeticona [227].

    La suplementación preventiva con L. reuteri LR92 en mujeres embarazadas durante las últimas cuatro semanas del embarazo redujo el riesgo de un bebé llorón. Además, la frecuencia y la gravedad del llanto fueron menores en el grupo de suplementación. El estudio consistió en 145 mujeres embarazadas, de ellas, 87 futuras madres recibieron 1x108 UFC L. reuteri LR92 diariamente, las 88 mujeres restantes recibieron placebo diariamente.

    Enterocolitis necrosante

    Los bebés prematuros tienen un intestino delgado poco desarrollado, lo que puede causar un retraso en el tiempo de tránsito en el intestino, y provocar un sobrecrecimiento bacteriano. La bacteria produce gases, lo que causa dolor abdominal Posteriormente, las interacciones entre el sistema inmunitario (poco desarrollado) y el microbioma (que está en desequilibrio) crean productos tóxicos e inflamatorios que afectan al epitelio intestinal. Esto puede acabar provocando una enterocolitis necrosante (NEC por sus siglas en inglés) o necrosis del tejido intestinal. La NEC es la urgencia intraabdominal más frecuente en los recién nacidos prematuros y es una de las principales causas de muerte de los mismos [228]. El uso de probióticos en bebés prematuros con bajo peso al nacer puede reducir el riesgo de NEC [228,229].

    Vaginosis y vaginitis

    Al reforzar la resistencia general y favorecer un microbioma sano, un probiótico podría utilizarse para prevenir las infecciones del tracto urinario y de la vagina. Además, es posible utilizar un probiótico como terapia adyuvante junto a los antibióticos habituales[230].

    Los probióticos mantienen el microbioma vaginal sano a pesar del uso de antibióticos, que a menudo desequilibra el microbioma. Las 578 mujeres del estudio tenían dolencias recurrentes antes de la intervención. La administración oral de cepas de lactobacilos al mismo tiempo que el tratamiento habitual de la vaginosis (antibióticos) dio lugar a un período sin dolencias más largo[231].

    Se pueden administrar probióticos por vía vaginal para tratar la vaginosis y la vaginitis. Un microbioma vaginal sano se compone principalmente de cepas de lactobacilos. Las cepas de lactobacilos administradas por vía vaginal (incluida la L. rhamnosus) pueden restablecer el equilibrio microbiano y combatir los patógenos. Las cepas de lactobacilos tienen un efecto antimicrobiano gracias a la producción de peróxido de hidrógeno y ácidos, entre otras cosas[232]. Las mujeres con vaginosis o vaginitis recurrente se benefician del uso preventivo de probióticos administrados por vía vaginal[232]. El uso concomitante de antibióticos y probióticos administrados por vía vaginal (L. rhamnosus) puede ayudar a mantener un microbioma vaginal saludable, restaurar el pH y reducir la probabilidad de dolencias recurrentes[93]. Para las infecciones vaginales por cándida, véase también la sección "Infecciones por cándida (candidiasis)".

    Infecciones de las vías urinarias (cistitis)

    Las infecciones del tracto urinario afectan frecuentemente a las mujeres; es uno de los motivos más comunes de visita al ginecólogo o al urólogo. Tanto la ingesta de probióticos por vía oral como la administración de probióticos por vía vaginal ayudan a combatir las infecciones. Una investigación de la Universidad de Ámsterdam demuestra que la administración oral de cepas de lactobacilos puede ayudar a prevenir las dolencias recurrentes. El estudio se realizó entre 252 mujeres posmenopáusicas. Los investigadores demostraron que la intervención con probióticos no es mejor que los antibióticos, pero que el efecto es similar. Sin embargo, los antibióticos causan resistencia mientras que los probióticos no[233]. Además, la administración vaginal de cepas de lactobacilos también puede ayudar a prevenir las molestias (recurrentes)[234].

    Infecciones por cándida (candidiasis)

    Las infecciones fúngicas causadas por especies de cándida pueden producirse en la cavidad oral, el intestino o la vagina, entre otros lugares. Las infecciones más comunes son causadas por Candida albicans y vienen propiciadas por un sistema inmunitario debilitado o un desequilibrio en el microbioma saludable. Los probióticos pueden mantener y restaurar el equilibrio natural del microbioma, lo cual puede dificultar el crecimiento excesivo de las cándidas[235].

    Candidiasis oral

    Las cepas de lactobacilos (L.acidophilusy L.rhamnosus)inhiben la proliferación de infecciones por hongos cándida y evitan [236] y previenen la formación de biofilms en la mucosa[235]. La candidiasis oral es un problema frecuente en las personas mayores, en parte debido al uso de prótesis dentales y a una menor resistencia en general. Los probióticos con lactobacilos (incluidos los L. rhamnosus y L. acidophilus), administrados por vía oral en forma de comprimido, por ejemplo, pueden mejorar la cantidad de cándida en la cavidad oral[237–239].

    Candidiasis vaginal

    La candidiasis vaginal suele tratarse con productos antifúngicos del grupo de los azoles. Sin embargo, la eficacia de los azoles disminuye debido al surgimiento de resistencias.. El tratamiento de la candidiasis vaginal se puede reforzar con probióticos administrados por vía vaginal[240,241]. Los probióticos también pueden utilizarse como tratamiento independiente. La administración vaginal de cepas de lactobacilos ha demostrado ser eficaz en el tratamiento de la candidiasis vaginal[242].

    Candidiasis gastrointestinal

    La candidiasis gastrointestinal se diagnostica a veces como SII porque los síntomas son similares. Hay estudios que sugieren que las levaduras probióticas , como Saccharomyces cerevisiae var. boulardii (S.boulardii),pueden emplearse eficazmente para el tratamiento de la candidiasis gastrointestinal[243].

    Bebés y niños

    Los probióticos orales pueden reducir las infecciones intestinales causadas por hongos cándida en los recién nacidos. Así fue la conclusión de un estudio en el que se administró diariamente Lactobacillus rhamnosus a bebés prematuros que pesaban poco al nacer. Los investigadores concluyeron que se produjo una reducción en la intensidad e incidencia de la colonización intestinal con especies de cándidas[244]. También se ha demostrado que el uso de Lactobacillus reuteri previene la candidiasis[245]. Además, el uso de probióticos de amplio espectro, incluidas varias cepas de lactobacilos y bífidus, ha demostrado ser eficaz en el tratamiento/prevención de la candidiasis gastrointestinal en niños que estaban tomando antibióticos[246].

    Gota

    Los probióticos tienen un efecto reductor de los niveles de ácido úrico. Los investigadores demostraron que el uso de Lactobacillus gasseri redujo los niveles de ácido úrico en sangre en hombres sanos; el efecto dependió de la dosificación[247]. Posteriormente, se midió el efecto reductor del ácido úrico en pacientes con gota y en personas con niveles elevados de ácido úrico. Los resultados de este estudio también fueron positivos[248]. Otras cepas de lactobacilos (como L.acidophilus, L.rhamnosus y L.brevis) influyen de forma similar en los valores de ácido úrico en ratones [249,250]. Los estudios de seguimiento tendrán que demostrar el efecto de la suplementación con probióticos en los síntomas de la gota.

    Artritis y otras afecciones reumáticas

    La artritis y las enfermedades reumáticas son afecciones inflamatorias en las que los probióticos pueden desempeñar un papel positivo como inmunomoduladores. Las revisiones sistemáticas y los metaanálisis muestran que los probióticos disminuyen los niveles séricos de citoquinas inflamatorias y aumentan las citoquinas antiinflamatorias en personas con artritis reumatoide[251–253].

    Por ejemplo, el Lactobacillus casei se utilizó eficazmente para reducir la inflamación y las dolencias reumáticas en un estudio de 46 pacientes con artritis reumatoide[254]. El mismo efecto se encontró enAlipour et al., (2014). La mezcla probiótica de L. acidophilus, L. casei y B. bifidum también resultó eficaz[256].

    Un amplio estudio de intervención cuyos participantes siguieron una dieta antiinflamatoria, que incluía el consumo de probióticos, tuvo un efecto positivo en la puntuación de la enfermedad reumática. La intervención dietética también consistió en abundantes verduras, pescado azul y fruta[257]. Un estudio como este subraya la importancia de una terapia consistente en una dieta sana y variada reforzada con suplementos.

    Úlceras gástricas (úlceras de estómago)

    Además de otras causas, una infección por Helicobacter pylori es a menudo responsable de la aparición de úlceras de estómago[258]. Las cepas de lactobacilos pueden utilizarse eficazmente para tratar las infecciones por H. pylori, como complemento al tratamiento habitual. Los probióticos reducen los efectos secundarios de la terapia habitual y mejoran la eficacia del tratamiento[259–261].

    El consumo excesivo de, por ejemplo, aspirina, analgésicos, tabaco o alcohol es otra de las causas de las úlceras de estómago[262]. Un estudio en ratas muestra asimismo un efecto protector de los probióticos en el estómago. Las ratas a las que se administraron probióticos de amplio espectro sufrieron menos úlceras pépticas inducidas por la aspirina en comparación con el grupo de control[263]. El mismo efecto protector de la suplementación probiótica se encontró en la lesión gástrica inducida por el alcohol en ratas[264]. Además, los probióticos estimulan la reparación de la pared del estómago en ratas con úlceras gástricas[265].

    Fibromialgia

    El microbioma de los pacientes con fibromialgia difiere del de los grupos de control sanos. Un estudio piloto aleatorizado demostró que un suplemento probiótico (2,4 x107 UFC de L. rhamnosus GG, L. casei, L. acidophilus y B. bifidum) mejoraba el estado mental de los pacientes con fibromialgia, probablemente por la modulación de los procesos cerebrales a través del eje intestino-cerebro[266].

    Encefalopatía hepática

    En este síndrome intervienen varios factores, como las toxinas intestinales, el amoníaco y otras sustancias que contienen nitrógeno. La suplementación con probióticos reduce las concentraciones plasmáticas de amoníaco. Además, la suplementación con probióticos puede mejorar la calidad de vida de los pacientes con encefalopatía hepática[267].

  • Por norma general, el uso de probióticos es seguro. No obstante, el consumo a largo plazo de alimentos y/o suplementos enriquecidos con probióticos puede no producir los efectos beneficiosos deseados en las personas de ciertos grupos de riesgo. Entre otras cosas, los probióticos pueden provocar una disbiosis, infecciones sistémicas o un aumento de la estimulación inmunitaria. Los grupos de riesgo son personas con intestino hiperpermeable, personas con un sistema inmunitario debilitado o personas con una disbiosis del microbioma[268–270,270–272]. El intestino hiperpermeable y las afecciones relacionadas pueden tratarse por vía terapéutica. Consulte siempre a un experto antes de tomar suplementos.

  • Para ser eficaz, un probiótico debe contener miles de millones (2x109 o más) de bacterias por dosis. La viabilidad de las cepas bacterianas es importante, por tanto debe elegir un suplemento cuya viabilidad esté garantizada hasta el final de la vida útil.

    Bebés y niños

    La dosis habitual de probióticos es de uno o varios miles de millones de cepas viables. En principio, esta dosis también es adecuada para bebés, pero si fuese necesario, la dosis puede aumentarse gradualmente, comenzando con un cuarto o la mitad de esta.

  • La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) recopila cuidadosamente toda la investigación científica y las actualizaciones sobre la seguridad de las cepas bacterianas en los alimentos y complementos. Las conclusiones se incorporan a la llamada lista QPS de cepas seguras; solamente las bacterias incluidas en esta lista pueden utilizarse en los suplementos probióticos.

    El uso oral de probióticos es seguro para las mujeres embarazadas y lactantes, así como para los niños.

  • Las personas que toman probióticos pueden experimentar inicialmente un aumento de gases o calambres. Esto es señal de que las bacterias beneficiosas está en proceso de fermentación y el ambiente intestinal se está acidificando. Al cabo de un tiempo (normalmente una semana) el cuerpo se adapta y estos efectos secundarios disminuyen o desaparecen. En tal caso, puede ser conveniente reducir la dosificación inicial a la mitad de la recomendada durante las dos primeras semanas.

  • La administración concomitante de probióticos y antibióticos puede reducir la eficacia de los probióticos. Esto es debido a que los antibióticos pueden matar los microorganismos vivos de los probióticos. Procure dejar un intervalo de 2 horas entre la toma de probióticos y la de antibióticos.

  • Probióticos de amplio espectro

    Una mezcla de cepas probióticas de amplio espectro tiene una interacción sinérgica que resulta en un mejor efecto que cuando se utilizan cepas individuales[89].

    Lactoferrina

    Las infecciones por H. pylori pueden tratarse con más éxito cuando se complementan con probióticos de amplio espectro (1x1010 UFC dos veces al día) y lactoferrina (100 mg dos veces al día) aparte del tratamiento convencional[273].

    Fibras prebióticas

    La fibra dietética tiene un efecto beneficioso sobre el microbioma intestinal y, en particular, sobre las bifidobacterias del intestino grueso. Por lo tanto, el uso de una dieta rica en fibra y de prebióticos apoya el uso de probióticos.

    Absorción de nutrientes

    Los propios probióticos actúan de forma sinérgica con muchas terapias nutricionales y de suplementación, ya que un buen microbioma intestinal mejora notablemente la absorción de nutrientes [274].

    Polifenoles y otras sustancias bioactivas

    Un microbioma sano es capaz de modular y activar sustancias como los polifenoles. Esta modulación de la estructura puede modificar e influir favorablemente en la función de los polifenoles [275]. Un ejemplo es la curcumina, de la que el microbioma forma más metabolitos activos [276].

    Zinc

    La experiencia práctica demuestra que las cantidades terapéuticas de zinc pueden mejorar la colonización.

    Astragalus membranaceus

    Los probióticos pueden utilizarse para reforzar el sistema inmunitario junto con Astragalus membranaceus. Estudios en animales demuestran que los polisacáridos del Astragalus actúan en combinación con los probióticos (cepas de lactobacilos y el formador de esporas Bacillus cereus) de forma sinérgica [277]. El Astragalus es un adaptógeno que favorece el funcionamiento del sistema inmunitario calmándolo o activándolo cuando es necesario.

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