Interpretar bien la falta de hierro

domingo 4-junio-2017

El diagnóstico de la deficiencia de hierro no siempre es sencillo: las molestias suelen ser inespecíficas y, además, existen varias formas. Una infección puede enturbiar aún más el cuadro clínico. En este artículo te ayudamos a establecer un diagnóstico preciso.

 

La absorción de hierro es un proceso sutil que está influido por muchos factores. En general, el hierro se extrae de la dieta solo en muy pequeñas cantidades. Además, muchas personas tienen una absorción de hierro marginal. Por tanto, la falta de hierro es muy frecuente. ¿Pero quién la padece con más frecuencia?

 

Los principales grupos de riesgo son los niños en edad de crecimiento, las mujeres embarazadas, las mujeres menstruantes y las personas sometidas a operaciones con pérdida de sangre. Debido a una mala absorción e ingestión, las personas vegetarianas y ancianas tienen más riesgo de sufrir déficit de hierro. Los primeros síntomas son debilidad, fatiga y pérdida de resistencia. Se trata de molestias vagas e inespecíficas que a veces cuesta achacar a un cuadro clínico claro. Primero tenemos que saber qué es exactamente un déficit de hierro para que podamos confirmarlo o descartarlo.

 

Déficit de hierro simple 

Existen dos tipos de falta de hierro: el simple y el complejo. El déficit de hierro simple es el más frecuente, y se produce como consecuencia de una pérdida de sangre o por consumir poco hierro en la dieta. Este proceso transcurre a lo largo de diferentes estadios.

 

Primero se agotan lentamente los depósitos de hierro y se habla de una deficiencia de hierro prelatente. El siguiente estadio (déficit de hierro latente) aún no se considera anemia, pero sí que disminuye el hierro plasmático, mientras que la producción de transferrina aumenta. Solo a continuación se origina una anemia clorótica. En este estadio ya no puede entrar suficiente hierro a través de la alimentación para mantener a su nivel la producción de hemoglobina.

 

La deficiencia de hierro simple puede surgir de diferentes maneras. La pérdida de sangre es la más importante, sobre todo entre mujeres entre la menarquia y la menopausia. En los Países Bajos, la falta de hierro también se produce a menudo por deficiencias alimentarias, sobre todo entre personas vegetarianas y ancianas.

 

Déficit de hierro complejo 

Además de la forma simple, existe también la deficiencia de hierro compleja. En ella, el transporte de hierro en el cuerpo o su recaptación a partir de los macrófagos están alterados. El diagnóstico es difícil, porque no siempre es visible en los valores hematológicos. Incluso puede que haya demasiado hierro en los macrófagos, mientras que al cuerpo le falte en otro sitio. En ese caso, se habla de un déficit de hierro relativo o funcional.

 

La anemia clorótica compleja es frecuente, y la mayoría de las veces es consecuencia de un proceso inflamatorio, una infección aguda o crónica o una enfermedad autoinmune como la artritis reumatoide. Es importante diferenciar entre estas dos formas, porque la suplementación con hierro está indicada para la una, pero no para la otra.

 

Diagnosis de falta de hierro 

De la mano de una cuidadosa anamnesis y una exploración corporal, primero debemos localizar las causas de una posible pérdida de sangre o trastorno alimentario. Pero también es imprescindible el diagnóstico en laboratorio para determinar de qué forma se trata, cuán grave es el déficit y cuál es su etiología. Por lo general, los pacientes llegan quejándose de fatiga o se halla, por ejemplo, un bajo nivel de hemoglobina u otro valor hematológico relevante alterado. A continuación se proporcionan los valores de referencia para algunas determinaciones:

 

 

 

Hombres                           

Mujeres 

Hierro                                

14-35 µmol/l             

10-25 µmol/l

Hemoglobina (Hb)                

8,5-11,0 mmol/l        

7,5-10 mmol/l

Ferritina                           

25-250 µg/l               

20-150 µg/l (tras la menopausia hasta 250 µg/l)

Transferrina                   

2,0-4,1 g/l                  

2,0-4,1 g/l

Saturación (TIBC)        

27-54 µmol/l             

27-54 µmol/l

 

A continuación explicamos los diferentes valores hematológicos.

 

Transferrina 

La transferrina transporta el hierro por el cuerpo y desempeña un papel en el mecanismo de defensa frente a las infecciones, porque el hierro se extrae del metabolismo de los microorganismos. La saturación de transferrina en suero no solo se utiliza para valorar cómo es la alimentación, sino también para evaluar el estado del hierro. La saturación de transferrina en suero se ve reducida por una acumulación de hierro patológica, por una alteración en la producción de proteínas y por pérdida proteica. En caso de deficiencia de hierro, se detecta un valor por encima de lo normal. El valor de la transferrina por sí mismo no ofrece suficiente información: como mínimo hay que valorarla en combinación con el nivel de hierro sérico.

 

Ferritina 

Si baja el nivel de ferritina, eso siempre significa que las reservas de hierro se han agotado. La bajada de este valor precede a la bajada del nivel de hierro, y va aparejada al aumento de la transferrina sérica. Este es el momento en el que hablamos de deficiencia de hierro latente. Si la hemoglobina también baja, entonces se trata de un déficit de hierro manifiesto. Por tanto, ante un nivel bajo de ferritina en suero, la falta de hierro es siempre un hecho. Pero, cuidado: si la ferritina sérica es normal o incluso más elevada de lo normal, aún no se puede descartar un déficit de hierro, ya que puede tratarse de inflamaciones o de daño oxidativo en los tejidos, que también pueden influir en los valores del hierro. Las inflamaciones se pueden medir con un test de PCR de alta sensibilidad.

 

Concentración de hierro sérico y capacidad de fijación del hierro 

La concentración de hierro en suero fluctúa por influencia de infecciones, inflamaciones, daño oxidativo y otras patologías. Por consiguiente, determinar únicamente el nivel de hierro dice poco acerca de los valores reales en la sangre. Una solución es combinar el valor hematológico del hierro con la capacidad total de fijación del hierro (TIBC). Este es un valor constante que está menos sujeto a fluctuaciones.

 

La concentración de hierro en suero es baja cuando hay falta de hierro y en caso de anemia inflamatoria. ¿Cómo puedes distinguir entre ambas? Si se mira la TIBC, se ve que esta está elevada en caso de deficiencia de hierro y por debajo del nivel normal en la anemia inflamatoria. También la transferrina puede arrojar más claridad: cuando hay déficit de hierro, el hígado produce más transferrina, lo que se traduce en una mayor TIBC. En caso de infecciones, la producción de transferrina disminuye y se detecta una TIBC baja.

 

¿Tratar o derivar? 

Si se llega a la conclusión de que hay una deficiencia de hierro simple, hay que averiguar la causa. Además, se puede ir remediando la anemia clorótica con suplementación con hierro hemo. Una anemia inflamatoria no se trata con hierro: en función de la patología subyacente, puede llegar hasta a ser perjudicial, porque el hierro funciona como prooxidante. Lo que sí hay que hacer es un estudio complementario de la afección subyacente. Si no se consigue llegar a un diagnóstico, y sobre todo si se descubre acumulación de hierro, lo indicado es derivar al paciente.

 

Fuentes 

H.J.M. van Rijn, E.K.A. Winckers, H.G. van Eijk en J.J.M. Marx , IJzergebrek, een eenvoudige diagnose? Nederlands Tijdschrift voor Geneeskunde, 11-03-1993

http://www.hematology.org/patients/blood-disorders/anemia/5225.aspx

http://www.irondisorders.org/anemia-of-chronic-disease

http://www.naturafoundation.nl/monografie/IJzer.html