La moda de lo saludable pasa por alto las inflamaciones de bajo grado

lunes 14-marzo-2016

La salud es quizá lo que más está de moda en nuestra época. Pero, realmente, ¿toda esta atención está siendo de ayuda? Llegamos a más viejos que antes, pero pagamos un alto precio por ello: según el Instituto Central de Estadística de los Países Bajos, nos pasamos 40 años de media siendo enfermos crónicos. ¿En qué nos estamos equivocando?
  

Leo Pruimboom
Asesor científico de Natura Foundation, terapeuta según la Psiconeuroinmunología clínica, fisioterapeuta y fisiólogo.

 

Las patologías del ser humano occidental moderno casi nunca tienen que ver ya con el hambre, la sed o las infecciones. Hoy por hoy, el problema es sobre todo la comida: comer mal, demasiado, con demasiada frecuencia y demasiado tarde. Otra costumbre que parece que tampoco nos quitamos es la de sentarnos, que no sin motivo se dice que es "el nuevo tabaco".

 

Aparentemente, la gente de hoy en día lleva muy alta la bandera de la salud. Pero nuestro estilo de vida actual sigue siendo la causa de prácticamente todas las enfermedades crónicas. Aquí tienen un papel importante las inflamaciones de bajo grado. Este enfoque puede cambiar de forma radical el paisaje sanitario. Si quiere saber cómo, primero debe aprender lo que nos hacen las inflamaciones de bajo grado. 

El impacto de las inflamaciones de bajo grado

Una inflamación es una reacción normal del cuerpo, por ejemplo, ante un daño en los tejidos. La inflamación elimina el peligro directo y permite que se repare el daño. En circunstancias normales, el proceso inflamatorio tiene un objetivo claro. Pero esto no ocurre con la inflamación de bajo grado. Esta se produce cuando el sistema inmunitario se encuentra permanentemente activado en el torrente sanguíneo, impidiendo que se ponga en marcha la reparación de tejidos y haciendo que el cuerpo se siga deteriorando cada vez más. 

 

Un sistema inmune que nunca se desactiva va casi siempre aparejado a una disminución de la sensibilidad a la insulina, lo que también se denomina insulinorresistencia. La resistencia a la insulina puede ser consecuencia directa de la propia inflamación, de estar siempre sentado, de la falta de ejercicio y de carencias nutricionales. ¿Pero cuál es el papel de este problema con la insulina dentro de nuestra carga patológica crónica?

La insulina: mucho más que azúcar en la sangre

Seguramente usted ya sabe que la insulina tiene un papel importante en el nivel de azúcar en la sangre. Sin embargo, la insulina tiene muchas más funciones. Ayuda a mantener el equilibrio potasio/sodio. Le dice al cerebro que ya hemos comido suficiente. Es de vital importancia en la absorción de nutrientes básicos como las proteínas en cada una de las células del cuerpo humano. Y si faltan nutrientes básicos, los órganos sencillamente se desmoronan. El hígado, el corazón e incluso el cerebro se convierten en sus víctimas. 

 

A menudo la sensibilidad a la insulina se restablece con intervenciones farmacológicas que, si bien son ingeniosas, no atacan el problema de raíz. Además, los medicamentos suelen tener efectos secundarios, a veces incluso fatales. Son más prometedoras las intervenciones basadas en el estilo de vida. A día de hoy se acumulan las pruebas científicas de que son capaces de hacer desaparecer las inflamaciones de bajo grado y restablecer el metabolismo de la insulina. 

Intervenciones científicas

Nuestros propios investigadores han demostrado que con cambios simples, como la reducción de la frecuencia de las comidas, el saltarse alguna comida (ayuno intermitente) y la sustitución de hidratos de carbono por grasas buenas y proteínas, se obtienen resultados que a veces pueden calificarse hasta de espectaculares. Y esta intervención no solo restablece la sensibilidad a la insulina: también mejora la percepción del propio estado de salud, produciéndose así un aumento real de la calidad de vida. 

 

¿Qué podemos hacer en el terreno de la alimentación? Hay muchísimos alimentos que, consumidos con frecuencia y a dosis lo suficientemente altas, tienen efectos medicinales. Un buen ejemplo de ello son 65 gramos de aguacate y medio mango al día. También funcionan bien un mínimo de 1,5 kilos de cebollas y 600 gramos de pescado a la semana. Y es que la alimentación sigue siendo nuestra mejor medicina.

 

Y el ejercicio, por supuesto. En la oficina, descansar de estar sentado dos veces por hora durante más de un minuto es esencial para mantener sanos los músculos y tendones. Dos horas y media de ejercicio intenso a la semana le dan a nuestro cuerpo y a nuestra mente todo lo que necesitan para liberar tensiones y obtener energía. Tampoco hay que subestimar la importancia de dormir lo suficiente y tener un biorritmo regular. 

40 años de enfermedad innecesaria

Ya lo ve: son justo las intervenciones naturales que nos acercan más a nuestro ser evolutivo. Y al mismo tiempo, es el mejor remedio contra los 40 años de enfermedad crónica innecesaria con los que terminamos ahora nuestras prolongadas vidas. En nuestros cursos y talleres estaré encantado de contarle cómo puede contribuir a ello desde la práctica sanitaria.

 

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