La comida con mucha sal es mala para la presión sanguínea, y ahora se ha visto que también perjudica el cerebro y el rendimiento cognitivo. Llama la atención que este efecto negativo sobre el cerebro se produce incluso estando la presión sanguínea fuera del margen peligroso.
Un estudio con ratones demuestra que una dieta rica en sal provoca disminución del riego sanguíneo hacia el cerebro, daños en las paredes de los vasos de las redes capilares y deterioro cognitivo. Durante mucho tiempo se supuso que estos efectos eran consecuencia directa de la hipertensión. Y no es así.
Los investigadores han descubierto que hay moléculas señalizadoras producidas por células específicas del sistema inmune que llegan al cerebro a través del intestino. Dicho de otro modo, la sal llega al intestino, provocando que células defensivas específicas liberen allí moléculas mensajeras que afectan negativamente al cerebro. Por consiguiente, el cerebro y el intestino están interconectados a través de, por ejemplo, biomoléculas del sistema inmune.
El estudio arroja nueva luz sobre los vínculos entre lo que comemos y el papel del sistema inmune en la comunicación entre el intestino y el cerebro. Los resultados sugieren incluso que un tubo intestinal sobrecargado de sal emite señales al cerebro precozmente, dando lugar a daños en los vasos sanguíneos cerebrales.
Al mismo tiempo, parece ser que la subida de la presión sanguínea sistémica va a la zaga de lo que sucede en las células endoteliales de las paredes cerebrovasculares. Ahora también se sabe que una reacción adaptativa de defensa iniciada en el intestino funciona de forma independiente, al contrario que otros mecanismos que participan en la regulación de la presión sanguínea.
La dieta rica en sal servida a los ratones dio lugar a una reacción defensiva en el intestino, produciéndose interleucinas proinflamatorias como la interleucina-17 (IL-17). Los niveles plasmáticos de IL-17 más altos de lo normal originaron después una sucesión de reacciones nocivas en las células endoteliales que forman los delicados revestimientos interiores de los vasos sanguíneos del cerebro.
Un descubrimiento importante fue el aumento de un determinado tipo de leucocito en el intestino, los linfocitos T colaboradores, que son responsables de la producción de la proinflamatoria interleucina-17 (IL-17). A continuación se identificó la ruta de señalización, a través de la IL-17 elevada en plasma, que tuvo un efecto negativo a nivel cognitivo y cerebrovascular.
La buena noticia es que las consecuencias dañinas del exceso de sal son reversibles. Los ratones que a las doce semanas volvieron a recibir una dieta normal vieron mejoradas sus capacidades cognitivas.
El estudio mencionado también ha demostrado que se pueden evitar más enfermedades en las que tenga un papel el daño cerebrovascular por reacción adaptativa de defensa iniciada en el intestino, como la esclerosis múltiple, la artritis reumatoide, la psoriasis y las inflamaciones intestinales crónicas.
Giuseppe Faraco et al. Dietary salt promotes neurovascular and cognitive dysfunction through a gut-initiated TH17 response, Nature Neuroscience (2018)