Enfermedades inflamatorias
Los procesos inflamatorios (de bajo grado) son causa en buena parte de diversas patologías crónicas, como cardiovasculopatías, enfermedades neurodegenerativas, trastornos autoinmunes y enteropatías inflamatorias. A través de diferentes mecanismos, la curcumina afecta a la cascada inflamatoria. Así, la curcumina, por ejemplo, frena la producción de mediadores inflamatorios inhibiendo las enzimas ciclooxigenasa 2 (COX-2) y 5-lipooxigenasa (5-LO). Asimismo, desactiva el TNF alfa, deprimiendo la ruta de señalización del NF-kB. El NF-kB tiene un papel clave en el desencadenamiento y mantenimiento de procesos inflamatorios. La activación del NF-kB puede relacionarse con numerosos problemas de salud, como asma, alergias, ateroesclerosis, insuficiencia cardíaca, enfermedades autoinmunes (esclerosis múltiple, artritis (reumatoide)), SIDA, choque séptico, sarcoidosis, EPOC, diabetes, síndrome de intestino irritable (SII), etc. Además, los investigadores creen que el aumento de la actividad del NF-kB es una de las principales causas del envejecimiento y sus patologías asociadas y que influye en la esperanza de vida. Esto significaría que la curcumina es un agente antienvejecimiento.
Artritis reumatoide
Es probable que la activación del NF-kB tenga un papel central en el proceso patológico de la artritis reumatoide. Entre otras investigaciones, un estudio clínico aleatorizado realizado a 45 personas con esta dolencia, en el que se compara el efecto de la curcumina (BCM-95) con un AINE (diclofenaco), demostró que la curcumina reduce significativamente el dolor y la actividad inflamatoria con respecto al antiinflamatorio.
En un pequeño estudio doble ciego, 18 personas con reúma utilizaron durante dos semanas curcumina (1200 mg al día) o un AINE (300 mg de fenilbutazona al día). Tanto la curcumina como la fenilbutazona redujeron significativamente la rigidez matutina y la hinchazón de las articulaciones y mejoraron el caminar.
Enfermedad de Alzheimer
La enfermedad de Alzheimer se caracteriza por la producción de proteínas beta-amiloides (Aβ) en el cerebro, que va aparejada a la formación de placas seniles. Cada vez hay más indicios de que el estrés oxidativo posiblemente desempeñe un papel causal en esto, así como un mayor nivel de mediadores inflamatorios. Varios estudios epidemiológicos demuestran que el uso de AINE como el ibuprofeno está asociado a un menor riesgo de desarrollar esta patología cerebral. Cuando el consumo es crónico y estructural, el riesgo de aparición baja aún más. Se ha visto en estudios in vivo que estos antiinflamatorios no esteroideos contrarrestan las reacciones inflamatorias no solo inhibiendo la ciclooxigenasa (COX), sino probablemente también activando el receptor alfa activado por el factor proliferador de peroxisomas (PPAR-α) en el núcleo celular. Además, los AINE son capaces de frenar la formación de beta-amiloides.
Por desgracia, estos antiinflamatorios no esteroideos tienen la gran desventaja de sus efectos secundarios, especialmente sobre el sistema gastrointestinal. Gracias a la ausencia de efectos secundarios y a su polivalente efecto antiinflamatorio y antioxidante, esto deja espacio para la curcumina. Y es que el mecanismo de acción es comparable con el de los AINE (inhibición de la COX, agonismo del PPAR, inhibición de la formación de placas seniles). Además, ayuda a desintegrar las placas existentes y, de hecho, lo hace mejor que el ibuprofeno y el naproxeno. Los estudios in vivo también demuestran que la curcumina inyectada periféricamente atraviesa la barrera hematoencefálica y se une a las placas. En los países en los que la curcumina se utiliza con frecuencia, el alzhéimer se presenta 4,4 veces menos en el grupo de edad de 70 a 79 años. Aunque son necesarios y deseables más estudios clínicos, la curcumina parece prometedora en la prevención y posible tratamiento de la enfermedad de Alzheimer.
Enfermedades de la abundancia y antienvejecimiento
La apoptosis, la muerte celular fisiológica, es un factor en la patogénesis de las enfermedades de la abundancia y la vejez. El alzhéimer, la enfermedad de Parkinson, la artritis reumatoide, la psoriasis, la diabetes mellitus tipo 1 y la degeneración macular son algunos ejemplos en los que influye una disfunción de este mecanismo. En los estudios del envejecimiento se presta mucha atención a la importancia de los nutrientes naturales. Una investigación reciente demuestra que la curcumina, específicamente el metabolito THC, interfiere favorablemente con el mecanismo apoptótico. En cuanto a envejecer con salud (y extender la vida), se estudian con interés las enzimas SIRT (sirtuinas), que realizan una importante contribución al flujo mitocondrial. Hay indicios de que estos genes SIRT, especialmente SIRT-1, influyen en el envejecimiento. La restricción calórica tiene un potente efecto activador del SIRT-1, pero también lo tienen algunos bioflavonoides como el resveratrol, la quercetina, la ECGC del té verde, las OPC y la curcumina. Además, estos polifenoles tienen un efecto sinérgico recíproco y, combinándolos correctamente, pueden hacer aumentar la biodisponibilidad.
Enteropatías inflamatorias
La curcumina ha sido ensayada en un modelo animal para las enteropatías inflamatorias (enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa). La dieta con ratones con colitis contenía un 0,5%, 2% o 5% de curcumina. La suplementación con curcumina tuvo como efecto la supresión del NF-kB con reducción de las citocinas proinflamatorias (IL-1β, IL-6, TNF-α, IL-12 e interferón gamma) y reducción de los signos clínicos e histológicos de inflamación de mucosas en el intestino grueso. Es la primera vez que un estudio demuestra que el tratamiento con curcumina mitiga la colitis experimental en ratones y puede evitar la desnutrición y la muerte. Puede que la curcumina (72-144 mg al día) también funcione con el síndrome de intestino irritable (colon espástico). Un estudio piloto no controlado con placebo con 207 participantes con colon espástico mostró, tras ocho semanas, mejorías en el dolor abdominal, el patrón de evacuaciones y la calidad de vida.
Inflamación postoperatoria
En un estudio piloto con humanos se ha podido ver que la curcumina combate la hinchazón e inflamación postoperatoria. Cuarenta y cinco pacientes que acababan de pasar por una cirugía inguinal recibieron durante cinco días un placebo, curcumina (1200 mg/día) o fenilbutazona (300 mg/día). La curcumina y (en menor medida) la fenilbutazona ejercieron un efecto antiinflamatorio significativo con reducción de dolor, sensibilidad e hinchazón en comparación con el placebo.
Depresión
En la medicina china, la cúrcuma es el ingrediente principal de la fórmula herbal contra la depresión. La curcumina es liposoluble y no le es difícil atravesar la barrera hematoencefálica. En modelos animales para la depresión se ha podido demostrar que la curcumina, en una dosis oral de 5 y 10 mg/kg/día reduce significativamente el comportamiento depresivo. La curcumina inhibe la enzima monoaminooxidasa (MAO) y aumenta la actividad de la serotonina, la noradrenalina y la dopamina en el cerebro. La dosis de 10 mg/kg/día subió notablemente los niveles de serotonina y noradrenalina en el córtex frontal y en el hipocampo, así como el nivel de dopamina en el córtex frontal y el cuerpo estriado. Estas zonas del cerebro son importantes para las emociones, la motivación, el aprendizaje y la memoria.
Infecciones
La cúrcuma tiene una amplia actividad antimicrobiana e inhibe (in vitro) el crecimiento de bacterias grampositivas (Staphylococcus aureus), virus (HPV, virus del papiloma humano), hongos patógenos, protozoos (Leishmania, Giardia lamblia, Trichomonas vaginalis, Plasmodium) y gusanos. Cabe destacar que el extracto de cúrcuma inhibe (in vitro) la bacteria SARM (Staphylococcus aureus resistente a meticilina) y le devuelve la sensibilidad a los antibióticos betalactámicos. Se ha demostrado in vitro que los aceites etéricos de la cúrcuma a baja concentración frenan a las bacterias grampositivas como Staphylococcus aureus, y que lo hacen tan bien como la ampicilina, la doxiciclina y la gentamicina.
Curación de heridas
En la India se usa un emplasto con cúrcuma como remedio casero eficaz para las heridas. Se ha confirmado en estudios que la curcumina favorece la curación de las heridas: estimula la migración de macrófagos, neutrófilos y fibroblastos hacia la herida, acelera la contracción de la misma, estimula la formación de tejido granular, ayuda a la neogénesis de vasos sanguíneos (neovascularización) y mejora la reepitelización. La curcumina también acelera la recuperación de las heridas difíciles de curar provocadas por inflamación, diabetes, consumo de hidrocortisona o radioterapia. Una ventaja adicional es que la cúrcuma ayuda a prevenir la infección de heridas.
Psoriasis
En un estudio con cuarenta pacientes con psoriasis se ha demostrado que un gel con un 1% de curcumina influye positivamente en el proceso de inflamación cutánea mediado por th1. En esta enfermedad inflamatoria hiperproliferativa, los queratinocitos se dividen demasiado rápido y migran en grandes cantidades a la superficie dérmica. Aquí tiene un papel central la mayor actividad de la enzima fosforilasa kinasa. Esta molécula señalizadora regula la división y migración celulares. En el estudio se demostró que la curcumina combate mejor el aumento de la actividad de la fosforilasa kinasa que el calcipotriol.
Úlcera gástrica
La cúrcuma reduce el dolor y acelera la curación de úlceras gástricas y duodenales. Aparte del efecto antioxidante y antiinflamatorio, Curcuma longa proporciona una mejor mucosa protectora. Además, la cúrcuma es un antiácido natural: hace disminuir la secreción de ácidos gástricos (inducida por histamina) mediante unión competitiva dosis-dependiente con los receptores de histamina H2. Aún no está claro qué componente es el responsable de este efecto. La cúrcuma y la curcumina también inhiben (in vitro) el crecimiento y la adhesión de la bacteria Helicobacter pylori, causante de la úlcera gástrica. La curcumina combate la úlcera gástrica producida por estrés, consumo de alcohol, reserpina y AINE. En un estudio con animales en el que se indujeron úlceras con indometacina, la curcumina proporcionó una protección dosis-dependiente de la mucosa estomacal: 60 mg de curcumina por kilo de peso corporal fueron capaces de prevenir el 85% de los daños de la indometacina. En un estudio tailandés, 19 de los 25 pacientes con ulcus peptico detectado con endoscopia se curaron después de doce semanas de tratamiento con curcumina (5 x 600 mg al día). Otros pacientes que sufrían dispepsia, gastritis y mucositis también se beneficiaron de la suplementación con curcumina.
Digestión, hígado y bilis
La cúrcuma favorece la digestión y reduce las molestias de la dispepsia. Un grupo de 116 personas que participaba en un estudio consumió 4 x 500 mg de polvo de cúrcuma al día durante siete días o bien un placebo. La suplementación con cúrcuma produjo una reducción significativa de las molestias (flatulencia, náuseas, sensación de saciedad, ardor de estómago). En Indonesia la cúrcuma se utiliza desde siempre para prevenir los cálculos biliares (colesterol). Hay un experimento con voluntarios sanos que demuestra que la curcumina estimula de forma dosis-dependiente la contracción de la vesícula biliar y la producción de bilis y puede servir como colecinético. En doce de estas personas que ingirieron en ayunas 20, 40 u 80 mg de curcumina, el volumen de la vesícula biliar había disminuido, respectivamente, un 30%, un 50% y un 70%, detectado con ultrasonografía. También se ha demostrado en estudios que la cúrcuma favorece la secreción de ácidos biliares (y bilirrubina) y mejora la composición de la bilis, por lo que el colesterol de la misma permanece mejor en suspensión y precipita menos. Los ratones que recibieron durante diez semanas una alimentación que favorecía la formación de cálculos con un 0,5% de curcumina tuvieron un 75% menos de cálculos biliares en comparación con el grupo de control. También bajó significativamente el nivel de colesterol en la bilis. La cúrcuma y la curcumina protegen el hígado y combaten en estudios con animales el daño hepático originado por etanol, CCl4 (tetracloruro de carbono), galactosamina, paracetamol y aflatoxinas por Aspergillus.
Ateroesclerosis
La curcumina frena la ateroesclerosis: se ha demostrado en estudios con animales. Se produce por inhibición de la lipoperoxidación, mejora de la función del endotelio vascular, inhibición de la proliferación de tejido muscular liso en las paredes vasculares y un mejor ensanchamiento vascular. La curcumina reduce los niveles de colesterol LDL y triglicéridos, mejora el nivel de colesterol HDL, inhibe la oxidación de las LDL, frena la agregación plaquetaria, reduce el nivel de fibrinógeno si es muy alto y mejora la proporción entre apolipoproteína B (apoB, desfavorable) y apoA (favorable). En diversos estudios piloto con humanos se ha demostrado que la curcumina reduce la lipoperoxidación y es buena para los niveles de lípidos y fibrinógenos en sangre. Se han visto efectos significativos ya a partir de una dosis de 20 mg de curcumina al día. En un estudio piloto, diez adultos sanos consumieron 500 mg de curcumina al día. Los niveles totales de colesterol bajaron (de media) un 12%, el nivel de peróxidos lipídicos en el suero sanguíneo se redujo un 33% y el nivel de colesterol HDL aumentó un 29%.
Asma
En un modelo con animales para el asma se puso a prueba la eficacia de la curcumina en la fase de sensibilización y cuando hay molestias respiratorias. La curcumina administrada oralmente (20 mg/kg/día) alivió significativamente la broncoconstricción (aguda) inducida con ovoalbúmina y la hiperreactividad (tardía) de las vías aéreas (ante histamina). La curcumina tiene actividad antiinflamatoria y antiespasmódica, e inhibe la liberación dependiente de la IgE de mediadores inflamatorios procedentes de los mastocitos (histamina, leucotrienos).
Otras indicaciones
Debido a su mecanismo de acción polivalente, el ámbito de aplicaciones de la curcumina procedente de Curcuma longa es muy extenso y no se limita a las indicaciones aquí mencionadas. Con una disponibilidad biológica óptima, la curcumina puede considerarse una sustancia con un grandísimo potencial que puede aplicarse para muchas patologías crónicas.