¿Qué tienen de malo los antidepresivos? Además de una larga lista de efectos secundarios (entre otros, irritabilidad, agresividad, insomnio y trastornos sexuales), los estudios también descubren cada vez más efectos nocivos a largo plazo.
El nuevo estudio sobre riesgo de fallecimiento y uso de antidepresivos (que ha copado los titulares en todo el mundo) se suma a toda una serie de publicaciones de los pasados años que pone serios interrogantes al uso de estas sustancias [1].
Este mismo año, por ejemplo, un estudio aparecido en el British Medical Journal demostró que los hijos de madres que usan antidepresivos durante el embarazo tienen un riesgo significativamente mayor de padecer autismo [2]. El estudio más reciente es el de riesgo de muerte e ISRS de la Universidad McMaster de Canadá.
Los investigadores hicieron una revisión de estudios con una población total de varios cientos de miles de personas, y en él llegan a la conclusión de que quienes usan estos medicamentos tienen un riesgo de fallecer un 33% mayor. Pero también aumentan un 14% las probabilidades de ataque al corazón e ictus. No es de extrañar que los investigadores expresen su alarma:
"Los resultados nos preocupan mucho. Sugieren que no debemos usar antidepresivos mientras no sepamos exactamente cómo reacciona a ellos el cuerpo".
A la luz de todos los resultados de investigación negativos alrededor de los antidepresivos, cabría preguntarse por qué se siguen prescribiendo en absoluto. El razonamiento que siguen quienes lo hacen es que los pacientes con depresiones severas tienen un mayor riesgo de suicidio, y que el uso de ISRS compensa. Sin embargo, los investigadores de la Universidad McMaster creen que esta es una suposición peligrosa:
"Pienso que la gente no aceptaría los antidepresivos tan alegremente si supieran lo poco que sabemos sobre su impacto fuera del cerebro. Y lo que sí sabemos apunta a un mayor riesgo de fallecimiento".
Por lo demás, los ISRS se utilizan cada vez más para patologías que no tienen que ver con la depresión, según un estudio sobre prescripción en Canadá [3]. Se trata sobre todo de trastornos de ansiedad (18,5%), insomnio (10%), dolor (6%) y ataques de pánico (4%). El efecto de los ISRS a largo plazo para estas afecciones no se ha seguido estudiando en el marco de las anteriores investigaciones.
Los investigadores de la Universidad McMaster opinan que los ISRS no solo no resuelven el problema, sino que incluso tienen el efecto contrario [4]. Y es que, según ellos, el problema no es tanto el equilibrio de la serotonina del paciente depresivo, sino la hipótesis de la serotonina. ¿Cómo lo explican exactamente?
Los ISRS hacen que el nivel de la serotonina, un neurotransmisor, se mantenga elevado en determinadas áreas del cerebro inhibiendo su recaptación. Sobre la base de la mejor prueba que se puede obtener, los investigadores afirman que durante un periodo depresivo se produce y se usa justamente más serotonina, no menos. Por tanto, está claro que no habría que añadir más: ello podría incluso agravar la profundidad o la duración de la depresión.
Según los investigadores, la serotonina ayuda al cerebro a poder reflexionar sobre los problemas de forma más consciente. Dentro de la psicología evolutiva, esto es conocido como la hipótesis de la rumiación analítica [5]. Esta hipótesis sostiene que la depresión es una reacción evolutiva a problemas (socioemocionales) complejos. La función de la depresión sería limitar al mínimo la distracción y optimizar el tiempo que se puede dedicar al análisis del problema.
Los investigadores cuestionan la hipótesis de la serotonina y la consecuente prescripción de ISRS:
"La hipótesis de la rumiación analítica está apoyada por la investigación en el campo de los genes, los neurotransmisores y neurorreceptores, la neurofisiología, la neuroanatomía, la neuroenergética, la farmacología, la cognición, el comportamiento y la (in)efectividad de los tratamientos. Los resultados ponen en entredicho la suposición de que en la depresión se transporta menos serotonina".
En consecuencia, los investigadores defienden que la depresión es una reacción natural y (finalmente) positiva ante el estrés. Por supuesto, esto no elimina el hecho de que la depresión puede ser una afección extremadamente dolorosa que requiere algo de acompañamiento dentro de nuestro entorno actual. Según los investigadores, la cuestión es sobre todo aceptar, rumiar y reducir el estrés. O dicho de otra manera: se trata de un proceso natural al que en esencia solo se puede apoyar con remedios naturales.
[1] Maslej MM, Bolker BM, Russell MJ, Eaton K, Durisko Z, Hollon SD, Swanson GM, Thomson JA Jr, Mulsant BH, Andrews PW., The Mortality and Myocardial Effects of Antidepressants Are Moderated by Preexisting Cardiovascular Disease: A Meta-Analysis, Psychother. Psychosom. 2017 Sep 14;86(5):268-282.
[2] Rai D., Lee B.K., Dalman C., Lewis G., Antidepressants during pregnancy and autism in offspring: population based cohort study, BMJ 2017; 358.
[3]Jenna Wong, MSc; Aude Motulsky, PhD; Tewodros Eguale, MD, PhD; David L. Buckeridge, MD, PhD; Michal Abrahamowicz, PhD; Robyn Tamblyn, PhD, Treatment Indications for Antidepressants Prescribed in Primary Care in Quebec, Canada, 2006-2015, JAMA (2016-05).
[4] Andrews PW, Bharwani A, Lee KR, Fox M, Thomson JA Jr., Is serotonin an upper or a downer? The evolution of the serotonergic system and its role in depression and the antidepressant response, Neurosci Biobehav Rev. 2015 Apr;51:164-88.
[5] Andrews, P. W., & Thomson, J. A., Jr., The bright side of being blue: Depression as an adaptation for analyzing complex problems. Psychological Review (2009), 116(3), 620-654.