El envejecimiento lleva siendo objeto de estudio más de setenta años. Las investigaciones demuestran que limitar las calorías es la estrategia más eficaz para frenar el envejecimiento. ¿Pero cómo funciona? Investigadores del Centro Médico Erasmus tienen una nueva explicación.
En primer lugar: con limitar las calorías nos referimos a una alimentación menos energética, pero no pobre en nutrientes. En absoluto hablamos de dietas de choque en las que se come lo menos posible durante mucho tiempo. A lo largo de este artículo profundizamos en una manera responsable de limitar las calorías que produce resultados duraderos.
Investigadores del Centro Médico Erasmus y del RIVM, el Instituto Nacional de Salud Pública y Medio Ambiente de los Países Bajos, han descubierto que los ratones que comen un 30% menos viven aproximadamente tres veces más. Para el estudio se utilizaron ratones especiales que envejecen con más rapidez porque les faltan genes para la reparación del ADN. El estudio posiblemente aporte nuevos conocimientos para el tratamiento de enfermedades cerebrales como el alzhéimer.
Al principio, los ratones no sobrepasaban los seis meses. Los investigadores intentaron prolongar su esperanza de vida con una dieta hipocalórica. Y funcionó: el tiempo de vida de los ratones se multiplicó por tres, aproximadamente. Además, conservaron un 50% más de neuronas y tenían una mejor motricidad en la vejez que los ratones que podían comer lo que quisieran.
"Los ratones que recibían menos comida presentaban menos daños en el ADN. Esto era especialmente visible en el sistema nervioso", según los investigadores.
El ADN sufre daños incluso en organismos sanos. Esto ocurre sobre todo en las células que no se dividen o que lo hacen lentamente, como las del cerebro, la musculatura esquelética y el corazón. A lo largo de la vida el daño se va acumulando. En los órganos mencionados también se aprecian los primeros signos de la vejez: mala memoria, sarcopenia y trastornos del ritmo cardíaco.
Todo organismo vivo dispone de mecanismos para limitar y reparar los daños en el ADN. Es algo esencial para la supervivencia del individuo. Pero no es lo mismo limitar que evitar: siempre queda un residuo de daños. La acumulación del daño hace que el organismo vaya funcionando cada vez peor.
El envejecimiento va más rápido en las personas que no tienen un mecanismo de reparación tan bueno. Llama la atención que todos los estudios realizados a personas centenarias tengan en común una cosa: la proteína de reparación de ADN PARP presenta más actividad de eliminación de daño oxidativo en el ADN que en personas más jóvenes.
Entonces, ¿lo que pasa es que en general no tenemos la suerte de disponer de una proteína PARP activa? No, porque hay maneras de limitar los residuos de los daños e incluso eliminarlos. Y todas se basan en qué y cuánto comemos.
Para empezar, lo más importante es limitar las calorías. Una buena manera de hacerlo es el ayuno intermitente. Se trata de un patrón alimenticio en el que se come normal durante cinco días y, los otros dos, aproximadamente 300 calorías. Varios estudios señalan que el ayuno intermitente hace al cuerpo más resistente contra el estrés oxidativo. El estrés oxidativo es un factor importante en el proceso de envejecimiento.
Pero si se limitan las calorías de la dieta, hay que seguir garantizando el aporte de nutrientes. El sistema antioxidante de nuestro cuerpo necesita una cantidad suficiente de vitaminas y minerales para poder hacer bien su trabajo. De lo contrario, lo único que estaremos haciendo es acelerar nuestro envejecimiento. Por eso es importante, también en los días de ayuno, tomar una buena suplementación básica.
En los días de ayuno, el cuerpo está menos cargado de estrés oxidativo. Además, todos los procesos de reparación del cuerpo se aceleran. Así, se activan las células de una ruta metabólica que se llama autofagia. Se trata de una especie de procesamiento de residuos: las células limpian las proteínas y restos de proteínas que están rotos y no funcionan y que se han ido acumulando en las células.
Algunos científicos opinan que esto protege contra diversas patologías, entre ellas el alzhéimer. Estudios con ratas (y monos) demuestran que el ayuno intermitente puede prolongar la esperanza de vida en todo caso. En uno de estos estudios, las ratas que ayunaban en días alternos vivieron un 83% más que las que no lo hacían.
Aunque con humanos esto aún no se ha demostrado con seguridad, es razonable pensar que funciona. Y es que la explicación está en las ventajas que proporciona el ayuno intermitente para el metabolismo, la defensa antioxidante y los marcadores de salud. Y todo esto se puede traducir, con total seguridad, en una mayor esperanza de vida.
Atención: el ayuno intermitente posiblemente no sea recomendable para niños, embarazadas, mujeres lactantes, ancianos y personas con un peso demasiado bajo.
1. Muiras ML, Müller M, Schächter F, Bürkle A (1998), Increased poly(ADP-ribose) polymerase activity in lymphoblastoid cell lines from centenarians, J. Mol. Med. 76 (5): 346-54.
2. Natura Foundation, 7 gezondheidsvoordelen van Intermittent Fasting, http://www.naturafoundation.nl/?objectID=12904&page=4
3. Vermeij WP et al., Restricted diet delays accelerated ageing and genomic stress in DNA-repair-deficient mice, Nature. 2016 Aug 24;537(7620):427-431.