Una buena función inmune es imprescindible para el buen descanso nocturno

jueves 23-febrero-2017

Un nuevo estudio sobre el sueño de la Universidad de Harvard (EE. UU) establece una interesante relación entre el sueño y el sistema inmune. De él se deduce que el buen descanso nocturno está basado en un profundo proceso psiconeuroinmunológico. ¿Pero esto qué significa para tu consulta?

 

Ya se sabía que determinadas células inmunes pueden favorecer el sueño. Sin embargo, el estudio de la Universidad de Harvard es el primero que destapa el mecanismo subyacente, responsable de la regulación del sueño. El factor vinculante es el llamado inflamasoma, un complejo de proteínas que se forma en ciertas células del sistema inmunológico. Así pues, entre el sistema inmune y el sistema nervioso central existe una conexión más profunda de lo que se suponía hasta ahora.

 

El inflamasoma regula el sueño

La activación de un inflamasoma desencadena la producción de proteínas que estimulan la inflamación, también llamadas citocinas proinflamatorias. Estas citocinas proinflamatorias hacen que se activen otras células inmunes para actuar contra la causa de la inflamación. Pero se ve que el inflamasoma tiene un papel inesperado en la regulación del sueño.

 

En una serie de experimentos con ratones se ha demostrado que, tanto como reacción ante una falta de sueño como al entrar en contacto con bacterias, el inflamasoma fabrica una sustancia proinflamatoria: la interleucina 1 beta. Esta sustancia tiene un efecto somnífero, y es en parte responsable de que la intensidad del sueño sea buena. En las células del cerebro de los ratones sin inflamasoma no se detectaba interleucina 1 beta. Esto hacía que durmieran menos tiempo y más superficialmente.

 

"Nuestro estudio demuestra por primera vez que el inflamasoma funciona como mecanismo sensorial universal que regula el sueño liberando células inmunes", afirman los investigadores.

 

Un buen sistema inmune favorece el sueño

Los científicos compararon el comportamiento, patrón de sueño y actividad eléctrica del cerebro de los ratones que no tenían inflamasoma con los de aquellos que sí lo tenían, viendo que los ratones sin inflamasoma reaccionaban de forma anormal a la falta de sueño. Estos ratones dormían en general durante menos tiempo y tenían más interrupciones del sueño que los ratones con un inflamasoma intacto. Además, no se volvían soñolientos tras la administración de un lipopolisacárido procedente de paredes celulares de bacterias, cosa que generalmente sí pasa entre los mamíferos.

 

Los ratones con inflamasoma dormían más tiempo y con un sueño más profundo, y los lipopolisacáridos les provocaban soñolencia. Finalmente, los investigadores administraron interleucina 1 beta somnífera a los ratones que no tenían inflamasoma: esto hizo que los patrones de sueño volvieran a normalizarse. Según los científicos, esto apoya la idea de que el inflamasoma y la interleucina 1 beta son esenciales para una buena regulación del sueño.

 

Los investigadores creen que el inflamasoma tuvo un papel en nuestra evolución a la hora de conservar un cerebro sano y vital. Y es que el inflamasoma es capaz tanto de contrarrestar los efectos de una infección mortal como los de una privación de sueño grave.

 

¿Qué implicaciones tiene esta investigación para tu consulta?

El estudio se ha llevado a cabo con ratones, pero sus resultados se pueden transferir al ser humano. Este también tiene un inflamasoma e interleucina 1 beta, y también en él los procesos neurológicos y los inmunológicos están estrechamente vinculados. Ahí entramos de lleno en el campo de la PNI clínica.

 

La cuestión principal es que si quieres proporcionarle a tu cliente un buen descanso nocturno, debes también proporcionarle una función inmune normal. Por tanto: cuando en la consulta te enfrentes a problemas de sueño, además de hierbas tranquilizantes como la valeriana y la hormona del sueño melatonina, piensa también en hongos que favorezcan el sistema inmune, como el shiitake, el maitake y la gírgola. 

 

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