Muchas de las enfermedades de hoy en día son el resultado de procesos de inflamación de bajo grado en el cuerpo. Por ejemplo, el reumatismo, la artritis, la obesidad, la enfermedad cardiovascular, la diabetes tipo 2 y el síndrome del intestino irritable (Singh, 2011). Pero, ¿cuál es la base de esta inflamación fuera de control?
Para trabajar con eficacia, el sistema inmunitario necesita tanto los ácidos grasos de pescado omega-3 como los ácidos grasos omega-6 de origen vegetal y animal. De estos, el omega-6 trabaja de manera inflamatoria: éste ¨activarᨠla inflamación cuando ésta sea necesaria. Después de aproximadamente 72 horas, es hora de "apagar" la inflamación de nuevo. En esto, el omega-3 juega un papel importante. El balance ideal entre los ácidos grasos omega-6 y omega-3, para una reacción inflamatoria saludable, es de una relación de entre 1:1 a 5:1.
Debido a que comemos muy poco pescado (CBS, 2015) y una gran cantidad de carne, grasas vegetales y alimentos ¨de conveniencia¨, tenemos más omega-6 que omega-3. Como resultado, el equilibrio se ha derrumbado hasta aproximadamente un 20: 1. Eso significa que, o debemos comer menos carne y grasas vegetales, o más pescados y mariscos (o ambos). De lo contrario, condiciones tales como la obesidad y la diabetes tipo 2 estarán esperando al acecho.
Una investigación de la Universidad de Sao Paulo (Brasil) confirma la importancia del balance de ácidos grasos en ratones. Pero añade también una gran cantidad de información aún más impactante. Y aunque los investigadores dicen que la investigación no puede simplemente ser ¨traducida¨ a los seres humanos, también dicen que "los suplementos de aceite de pescado podrían utilizarse junto con otras estrategias para prevenir la resistencia a la insulina y la obesidad."
A un grupo de ratones se le dio una dieta alta en grasas sin aceite de pescado, y al otro grupo con aceite de pescado. El uso de aceite de pescado se inició cuatro semanas antes del estudio. El grupo que recibió una gran cantidad de grasa, pero sin aceite de pescado, desarrolló un mayor peso corporal en el que se pudo constatar un fuerte crecimiento de las células de grasa. Los ratones se volvieron intolerantes a la glucosa, y resistentes a la insulina. También, se observó un nivel elevado de LDL (lipoproteínas de baja densidad) y colesterol total. Pero que sucedió con los ratones que también recibieron aceite de pescado junto con una gran cantidad de grasa?
Se encontró que el aceite de pescado tiene propiedades anti-obesogénicas. Éste reduce los niveles elevados de lípidos en la sangre, y logra mantener normal la resistencia a la insulina. "Ahora tenemos pruebas de que la administración de aceite de pescado antes o simultáneamente con una dieta alta en grasas puede prevenir los cambios metabólicos que están relacionados con la resistencia a la insulina y la obesidad."
Así pues, una vez más parece que la grasa no siempre es mala, incluso el omega-6 no lo es. Es principalmente el equilibrio entre los ácidos grasos lo que es crucial en una dieta saludable. Y para restablecer ese equilibrio, el pescado y/o el aceite de pescado deberían ser absolutamente el pan de cada día.
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